Años atrás, tenía el encanto de ser una zona con calles arboladas y tranquilas. Las casas bajas con jardínes y la ventaja de estar a pocas cuadras del Río de la Plata , invitaban a pasear y hacer largas caminatas
Lamentablemente eso fue cambiando en “aras del progreso”.
He visto tirar hermosas casas, derribar árboles añosos, para reemplazarlos por modernos edificios de varios pisos con abundancia de cristalería en sus grandes ventanales.
Como no vivo en una calle principal, pensaba que tanto progreso no iba a llegar a mi manzana. Pero me equivoqué y bastante.
Por el fondo de mi jardín apareció un edificio. Por suerte no muy grande, planta baja y dos pisos, pero sus ventanas interrumpían la intimidad de mi jardín, donde los días lindos hacíamos el asadito familiar, o simplemente tomábamos sol.
Primero me enojé mucho y hablé con los arquitectos de la obra, pero no había solución y me dijeron que si deseaba podía subir la medianera para tapar la visión de las ventanas.
Pensé en mudarme a otro lugar; pero ¿Quién garantizaba que no sucediera lo mismo? Además, a mi me encanta mi barrio, los vecinos que conozco hace años, los comercios, el río etc.
─ Porque no ponés unas plantas altas que corten la visión de tanta pared?
─ ¿Y porque no?
Hay un cuarto pequeño que sirve de lavadero. Analicé previamente la resistencia del techo. Este tiene una losa muy fuerte y resistente. Por lo cual puse manos a la obra y comencé a construir: “Mi jardín de altura”.
Coloqué macetones con cañas, palmeras, papiros y muchos malvones y geranios que en esta época del año, sus flores caen en hermosos colores.
A esta altura de los acontecimientos ya no estoy tan enojada. Miro por la ventana de la cocina las flores y me nace una sonrisa.
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