Hola:
Hoy en vez de una receta de cocina va
cuentito:
Comunicación (Cuento)
Agustina, es una mujer grande pero no una
anciana. Se siente muy vital y sale diariamente a caminar para hacer ejercicio.
Lleva un MP3 con música que va tarareando mientras camina. En el medio del
recorrido se detiene un rato para descansar y aprovecha a tomar un café.
Como esto se ha transformado en una rutina de su vida, si por
alguna causa no puede salir, Agustina extraña, se siente rara como si faltara algo...
Siempre se detiene en algún bar de la
zona, como vive a unas cuadras del río, los bares abundan. Pero
hace un tiempo comenzó a ir a bares de las estaciones de servicio o
despachos de combustibles. En esos lugares, bien impersonales, Agustina retira
un café del mostrador y lo lleva a una mesa. Nadie le impone cuanto tiempo
quedarse. Por eso le gusta, pues con un café puede permanecer un largo tiempo
si lo desea y hay mucha gente que hace lo mismo. Gente solitaria como
ella, que leen un libro o el periódico desde la primera página hasta la
última… Otros están con su Ipad, Netobook y trabajan o chatean... Cada uno en
su mundo, siempre con un celular al lado. Como Agustina.
Después de ir varios días seguidos al mismo lugar está familiarizada con todos los parroquianos. Se miran entre ellos, se reconocen, pero no se saludan. Ella tampoco lo hace.
Agustina sabe muy bien, que podría entablar conversación con alguno/a y nadie la rechazaría, pero eso le crearía un compromiso para el día siguiente, así que directamente ni lo intenta y ellos tampoco.
A Agustina la soledad no le molesta, al contrario, pareciera que la disfruta y hasta la elije. Lee algún libro, escucha, o simplemente observa lo que pasa alrededor suyo.
Observando, fue que se distrajo con dos personajes nuevos, nunca los había visto antes. Se trataba de una pareja de jóvenes enamorados.
Bonitos, más que eso, eran
hermosos. Rubios, altos y delgados con piel bronceada, bien vestidos…
Rondarían en los 25 años de edad.
Conversaban animadamente mientras
tomaban un café. El miraba a la joven con una tierna mirada de enamorado.
Tomaba una de sus manos y la besaba mientras escuchaba atentamente lo que ella
decía. Cada tanto acomodaba un mechón del cabello de la joven, quién tenía una
hermosa cabellera larga color rubio castaño. Pero lo que llamaba tanto la
atención era la mirada dulce con que el joven seguía cada uno de los
movimientos de su acompañante, quién sabiendo eso coqueteaba un poco. Abría su
cartera, revolvía adentro, sacaba una barra de rouge, retocaba sus
labios. Luego buscaba un espejo, se miraba… todo mientras conversaban y reían.
No solo Agustina observaba, sus
compañeros fieles al lugar, también miraban la escena con cierta emoción,
quién sabe que recuerdos evocaría cada uno... No podían quitar la vista de este
hermoso espectáculo. Cuanta comunicación, cuanta ternura…
En medio de este bello cuadro,
sonó una música que parecía provenir desde dentro de la cartera de la
joven. Ella interrumpió la conversación, abrió y extrajo un móvil. Comenzó a
leer la pantalla y allí mismo se puso a escribir. Mientras tanto su compañero
aguardaba a que terminara. Este, aún trataba de retenerle una mano para
continuar con sus caricias, pero con una sola mano ella no podía escribir
y sostener el móvil, así que desistió y se la soltó. Daba la sensación de que
la muchacha contestaría el mensaje y todo iba a estar como antes. Pero no,
porque evidentemente la conversación por mensajes continuaba.
El joven enamorado se apartó un poco y
su rostro ahora estaba serio. Al momento, su chica le mostró la pantalla y
comenzaron a hablar sobre lo que allí figuraba. Entonces, él extrajo su propio móvil de un bolsillo de
su chaqueta, y ambos se mostraban mutuamente sus pantallas. El paso
siguiente fue que cada uno se acomodó en un rincón y tecleaban afanosamente en
sus móviles. Agustina observaba todo esto y se preguntaba:
– ¿Se escribirán entre ellos?
– No – respondía para sí
misma. - ¿Cómo iban a hacer eso si estaban uno al lado del otro?
Pasó un rato largo y seguían en la
misma situación.
– ¡Qué pena! – pensó Agustina. –
Parecían tener tan buena comunicación que por un instante creí…
– ¡Bahh! – hizo un gesto de
fastidio – Se ve que soy una romántica empedernida.
Los parroquianos no los miraban más.
Cada cual volvió a su periódico, a su Netbook… Es que ya no llamaban la
atención, pues no eran lo que habían aparentado en un principio.
Agustina se levantó y decidió seguir
con su habitual caminata.
Que hermoso cuento cotidiano! Tu forma de contarlo me atrajo rapidamente
ResponderEliminarY lo veo como una linda llamada de atención de nuestras rutinas con celulares, es verdad; se perdió mucho la comunicación cara a cara.
Te mando un beso muy grande hermosa Gely!
Si es verdad que fuimos perdiendo ese tipo de comunicación. Pero espero que no se llegue a extremos de los cuales luego no se pueda retornar. Viste la pelicula Ella.?
ResponderEliminarAbrazo
Hola, encantada de conocerte a ti y tu blog. Gracias por visitar mi blog. No encuentro tus gadges de seguidores... Un besito.
ResponderEliminarJulia y sus recetas.