miércoles, 1 de octubre de 2014

Comunicación

Hola: 
Hoy en vez de una receta de cocina va cuentito:

Comunicación (Cuento)

Agustina, es una mujer grande pero no una anciana. Se siente muy vital y sale diariamente a caminar para hacer ejercicio. Lleva un MP3 con música que va tarareando mientras camina. En el medio del recorrido se detiene un rato para descansar y aprovecha a tomar un café. Como  esto se ha transformado en una rutina de su vida,  si por alguna causa no puede salir,  Agustina extraña, se siente rara como si  faltara algo...

Siempre se detiene en algún bar de la zona, como vive  a  unas cuadras del río, los bares abundan. Pero hace un tiempo comenzó a ir a  bares de las  estaciones de servicio o despachos de combustibles. En esos lugares, bien impersonales, Agustina retira un café del mostrador y lo lleva a una mesa. Nadie le impone cuanto tiempo quedarse. Por eso le gusta, pues con un café puede permanecer un largo tiempo si lo desea y  hay mucha gente que hace lo mismo. Gente solitaria como ella, que leen un libro o  el periódico desde la primera página hasta la última… Otros están con su Ipad, Netobook y trabajan o chatean... Cada uno en su mundo, siempre con un celular al lado. Como Agustina.

Después de ir  varios días seguidos al mismo lugar está  familiarizada con todos los parroquianos. Se miran entre ellos, se reconocen, pero no se saludan. Ella tampoco lo hace.
Agustina sabe muy bien, que podría entablar conversación con alguno/a  y nadie la  rechazaría,  pero  eso le crearía un compromiso para el día siguiente, así que directamente ni lo intenta y ellos tampoco. 
A Agustina la  soledad no le molesta, al contrario, pareciera  que la disfruta y hasta la elije. Lee algún libro, escucha, o simplemente observa  lo que pasa  alrededor suyo.

Observando, fue que  se distrajo con dos personajes nuevos, nunca  los había  visto antes. Se trataba de una pareja de jóvenes enamorados.

Bonitos, más que eso,  eran hermosos. Rubios, altos  y delgados con piel bronceada, bien vestidos… Rondarían en los 25 años de edad.
Conversaban animadamente mientras tomaban un café. El miraba a la joven con una tierna mirada de enamorado. Tomaba una de sus manos y la besaba mientras escuchaba atentamente lo que ella decía. Cada tanto acomodaba un mechón del cabello de la joven, quién tenía una hermosa cabellera larga color rubio castaño. Pero lo que llamaba tanto la atención era la mirada dulce con que el joven seguía cada uno de los movimientos de su acompañante, quién sabiendo eso coqueteaba un poco. Abría su cartera, revolvía adentro, sacaba una barra de rouge,  retocaba sus labios. Luego buscaba un espejo, se miraba… todo mientras conversaban y reían.

No solo Agustina observaba,  sus compañeros fieles al  lugar, también miraban la escena con cierta emoción, quién sabe que recuerdos evocaría cada uno... No podían quitar la vista de este hermoso espectáculo. Cuanta comunicación, cuanta ternura…

En medio de este bello cuadro,  sonó una música que parecía provenir desde dentro de la cartera de la joven. Ella interrumpió la conversación, abrió y extrajo un móvil. Comenzó a leer la pantalla y allí mismo se puso a escribir. Mientras tanto su compañero aguardaba a que terminara. Este, aún trataba de retenerle una mano para continuar con sus caricias, pero con una sola mano ella no  podía escribir y sostener el móvil, así que desistió y se la soltó. Daba la sensación de que la muchacha contestaría el mensaje y todo iba a estar como antes. Pero no, porque evidentemente la conversación por mensajes continuaba. 

El joven enamorado se apartó un poco y su rostro ahora estaba serio. Al momento, su chica le mostró la pantalla y comenzaron a hablar sobre lo que allí figuraba. Entonces,  él extrajo su propio móvil de un bolsillo de su chaqueta,  y ambos se mostraban mutuamente  sus pantallas. El paso siguiente fue que cada uno se acomodó en un rincón y tecleaban afanosamente en sus móviles. Agustina observaba todo esto y se preguntaba:
– ¿Se escribirán entre ellos?
 –  No – respondía para sí misma. - ¿Cómo iban a hacer eso si estaban uno al lado del otro?
Pasó un rato largo y seguían en la misma situación.
– ¡Qué pena! – pensó Agustina. – Parecían tener tan buena comunicación que por un instante creí…
– ¡Bahh! – hizo un gesto de fastidio  – Se ve que soy una romántica empedernida.

Los parroquianos no los miraban más. Cada cual volvió a su periódico, a su Netbook… Es que ya no llamaban la atención, pues no eran lo que habían aparentado en un principio.

Agustina se levantó y decidió seguir  con su habitual caminata.

3 comentarios:

  1. Que hermoso cuento cotidiano! Tu forma de contarlo me atrajo rapidamente
    Y lo veo como una linda llamada de atención de nuestras rutinas con celulares, es verdad; se perdió mucho la comunicación cara a cara.
    Te mando un beso muy grande hermosa Gely!

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  2. Si es verdad que fuimos perdiendo ese tipo de comunicación. Pero espero que no se llegue a extremos de los cuales luego no se pueda retornar. Viste la pelicula Ella.?
    Abrazo

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  3. Hola, encantada de conocerte a ti y tu blog. Gracias por visitar mi blog. No encuentro tus gadges de seguidores... Un besito.
    Julia y sus recetas.

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