La recepcionista del Hotel se apiadó de nosotros, no se si por la edad o porque nos vio muy cansados o ambas cosas a la vez. Nos dijo que si solo era por esa noche, nos podía dar 2 habitaciones, pero al día siguiente debíamos dejarlas ya que las tenía reservadas. Nos quedamos y cenamos en el mismo restaurante del hotel. (Menú: pollo con arroz y vegetales o cerdo con arroz y vegetales o pescado con lo mismo. Los vegetales siempre eran los mismos: repollo blanco, pepinos y tomates verdes). Lo menciono especialmente porque es lo que más comimos en todo el viaje. Siempre que comimos con la gente en los pueblos, la dieta se basó en esos platos, con pocas variantes. No hay gran variedad de alimentos, pero no he visto un solo niño desnutrido comparado con otros países de América Latina. La cosa cambia totalmente cuando se va a los hoteles de Turismo convencionales.
MORRO EN SANTIAGO DE CUBA MONICA EN EL FARO DE SANTIAGO DE CUBA |
Con un palo atravesado y dándole vueltas a mano sobre el fuego. Ellos: Marce y Alex, querían comer un trozo ya, pero les dijeron que faltaba más 2 hs. de cocción, que volvieran luego y les venderían una porción. No pudo ser…
Otra vez la ruta...
Empezamos a notar que el coche decididamente no era cómodo, los asientos eran muy duros, el espacio atrás no permitía estirar las piernas y a cada uno de los integrantes de nuestro contingente de 3era. edad, nos comenzó a doler alguna parte del cuerpo.
Yo había llevado una crema para dolores musculares, más un botiquín lleno de remedios. La crema, por si alguien la conoce se llama Atomo Desinflamante y tiene un fuerte olor a alcanfor, mentol y eucalipto.
Así es que el auto iba cerrado por el aire acondicionado, con el olor penetrante del remedio que nos íbamos colocando en nuestras zonas dolientes… y SÍ, empezamos a quejarnos... Este coche era incómodo, muy duros los asientos, los amortiguadores hacían un ruido terrible, muy bajo, etc. Cada vez que había que salir era un esfuerzo… En fin que al "chino Geely", le cambiamos el nombre y lo comenzamos a llamar “El Módulo”.
Alex, empezó a numerar nuestras quejas sobre cada incomodidad o dolor que íbamos sumando. Debido a la cantidad de horas que pasábamos dentro del módulo, llegamos a contabilizar cerca de 380 quejas.
Al principio tomábamos mate mientras manejaban, luego de varias quemaduras con el agua a raíz de los pozos, debimos suspender nuestras animadas sesiones de mate dentro del módulo en movimiento.
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