miércoles, 3 de abril de 2013

Ruta 40. Historias. 2


La vida que cada cual elige

Haciendo el camino de Los Siete Lagos, rumbo a San Martín de los Andes, llegamos a un desvío, donde se abría un camino de ripio a Villa Traful.
Decidimos tomarlo e ir hasta la Villa ya que algunos de los del grupo no la conocían.


Luego de varios Km de ripio pero entre medio de unos bosques magníficos,  arribamos a una playita pequeña a orillas del Lago Traful. Unos 5 ó 6 km antes de entrar propiamente al pueblo. 



Decidimos que era un lindo lugar para almorzar. Habíamos traído una vianda con sándwiches. Así que bajamos y en unos troncos a la orilla del agua, nos pusimos a armar nuestro almuerzo.
La playa en ese lugar era  pequeña. Pero como se trataba de un día domingo había algunas personas haciendo picnic, otras pescando en algún bote o simplemente en familia.



Nosotros éramos los más bulliciosos. Hablábamos  todos juntos  riéndonos fuerte y  alteramos un poco la paz y armonía del lugar.
Al costado nuestro a unos pocos metros, estaban de picnic,  un matrimonio joven con dos hijos pequeños (aprox. 5 años uno  y el otro, un bebé  de 1 año)  más una abuela. La abuela se notaba juvenil y navegaba en un Kayak que manejaba ella misma,  cerca de la orilla.

A mi marido y a mi nos llamó la atención que el niño pequeño estaba sentadito con un juguete en la mano,  en una especie de corralito hecho con una caja de cartón. Este solo tenía el piso y dos laterales formando un ángulo de 90 grados. Las otras dos paredes de la caja se las habían quitado, con lo cual habían inventado un corralito abierto: piso y dos paredes formando un rincón. El niño estaba a gusto y no se salía del lugar. Nos acercamos a la caja porque no podíamos creer lo tranquilo que se veía e  imaginábamos a nuestro nieto, en idéntica situación. Ya hubiera estado con los pies en el agua y todos corriendo tras él.
Rápidamente entablamos conversación con el padre.
Mientras conversábamos,  el joven padre nos convidaba con mate. Observé que la abuela cargó al niño de 5 años en el kayak y se lo llevó a navegar por el lago. No tenían salvavidas ninguno de los dos. Los padres miraban y no decían nada, les parecía normal. El lago es profundo y frío. Pensé que debían hacerlo siempre así.
El hombre contó, que hacía 30 años que vivía en la Villa. Actualmente tendría unos 35 años. Que su madre,  siendo enfermera en una ciudad importante, un día consiguió un puesto en el Hospitalito de la Villa Traful y se vinieron a vivir aquí.
La villa era muy pequeña, pero se encontraban muy a gusto. Era un paraíso con montañas, bosques, el lago etc. El y su mujer  habían formado una familia. Estaban contentos porque sus hijos se criaban libres y en medio de la naturaleza. El hombre se dedicaba a hacer Prótesis Dentales. Hacía las prótesis  de los habitantes de toda la villa. Los que la necesitaban,  por supuesto.
Nos contó que él y su mujer  observaban el grupo que conformábamos los tres matrimonios, desde que llegamos al lugar y le dijo:
─ Que lindo sería  llegar a la edad de ellos y poder  tener un grupo de amigos así para hacer viajes juntos.
A mi particularmente esa observación me sorprendió. Porque cuando uno tiene esas posibilidades,  a veces no se da cuenta del valor que representan y por lo tanto no las cuida.


En un momento de la charla,   interrogó a mi marido en un tono que daba  a entender que la respuesta,  estaba implícita en la pregunta:
─ ¿No te gustaría vivir en un lugar así, en un paraíso como este, con esta paz, con esta tranquilidad?
Antes de responder se produjo  un silencio algo prolongado  y luego mi marido dijo:
─ No
Intrigado,  el hombre preguntó:
─ ¿Porqué?
─ Por que nací en Buenos Aires. Soy de allí y estoy acostumbrado a la vida agitada, al ruido, a la gente. Pero  además ya desarrollé  mi trabajo y mi profesión en ese lugar. Creo que yo no podría vivir aquí, como vos no podrías vivir allá.
El hombre demoró   un rato la respuesta. Mientras tomaba el mate pensaba, y entonces, dijo:
─ Es cierto. Cada uno vive donde le toca y se adapta a ello. Y así como hay problemas en la ciudad, también hay problemas en este bello lugar.
─ ¿Y cuáles pueden ser los de este lugar? ─ pregunté
─ En este hermoso lugar,  durante el invierno  hace mucho frío y nieva. La gente no puede salir de sus casas y se deprime. Mira TV todo el día y toma alcohol. El alcoholismo es un grave problema en este lugar.
Lo miramos extrañados. Habíamos escuchado una versión similar en Tierra del Fuego. Allí le llamaban “La enfermedad del sueño”. Pues durante el invierno, duermen muchas horas y toman bastante alcohol.
Finalmente agregó con un suspiro:
─ Cada uno hace su camino donde le toca y como puede.

Nos despedimos y seguimos hasta la Villa, donde en una confitería, tomamos café con Tarta de Ruibarbo.



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