Es una tibia
tarde otoñal, camino por el hermoso parque costero de Vicente López. Miro los
veleros a lo lejos y me rodea la gente que toma mate, corre, juega a las bochas
o comparte una guitarreada.
Me detengo
ante un personaje que me llama la atención. Él, solo, aislado de tanta
alegría y movimiento está sentado a la orilla del río. Un hombre de unos 65
años, muy humilde, con barba rubia entrecana, saca trozos de pan de una enorme
bolsa que está su lado y los arroja al aire. Muchos pájaros lo rodean.
Una expresión triste en su rostro hace que mi
imaginación comience a tejer su historia: es un solitario, no tiene a nadie y junta pan viejo durante la semana
para venir a darles a los pájaros.
Siente que ellos le hacen compañía y lo alegran más que los seres humanos.
Se le insinúa una sonrisa cuando ve a los pájaros disputarse los trozos de pan.
Palomas, zorzales, cotorras y gorriones toman los trozos y salen volando.
Se le va
vaciando la bolsa de pan. El recreo
llega a su fin, pronto regresará a su vida solitaria hasta la próxima
tarde de pájaros.
Sigo mi
camino, pero ese hombre ya es mi personaje.
me encanto, un buen escritor saca sus personajes de la vida...
ResponderEliminarGracias Daniel!! Beso
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