¿Viudas y tan jóvenes?
A la mañana siguiente, recorrimos un poco los alrededores. Había una Hostería, que según nos contaron en época de “No lluvias” tenía algunos visitantes. En ese momento estaba vacía, solo los encargados haciendo arreglos.
Almorzamos y a la hora de la siesta nuestros inquietos esposos nos dijeron:
- Vamos a dar una vuelta por la selva pero con el Citroen, así vemos alguno de los senderos. ¿Quieren venir?
- ¡¡No!! Gracias - dijimos a duo. Nos quedamos aquí, pero no tarden mucho.
Se fueron. Ambos iban en pantalones cortos pues hacía mucho calor.
Mientras, Moni y yo estábamos metidas dentro de alguna de las dos carpas, para que los jejenes que eran plaga, no nos picaran. Pero como el calor era insoportable, Moni dijo:
- ¿Y si vamos a la Hostería y los esperamos allí, tomando algo?
- ¡Buena idea! -respondí contenta y saboreando por anticipado una bebida bien helada.
No tenían nada, solo nos podían ofrecer Té. ¿Té con 40 grados de temperatura? Lo aceptamos y fuimos a buscar unas criollitas a la carpa, para acompañarlo con algo.
Recuerdo de estar solas las dos, en la galería de la Hostería tomando el té con las galletitas y diciéndonos “que locura total haber hecho este viaje” “Dejarnos convencer por estos dos chiflados…, etc, etc.”
Criticando a nuestros maridos, pasaron como 3 horas y estos no volvían. Empezamos a preocuparnos un poco. ¿Les pasaría algo? ¿Y si los agarró un Puma? ¿Y si volcaron con el coche en alguna curva de la montaña?
Fue increíble, pero de repente empezamos a especular en que hacíamos si ellos no volvían, ya sea porque se habían matado o algo por el estilo.
Bueno, en ese supuesto caso, quedábamos viudas y embarazadas. Pero lo primero era que teníamos que salir de este parque. Moni tenía que retirar a su pequeño hijo que lo habían dejado en Córdoba. Luego teníamos que ver como volvíamos a casa, etc, etc.
Creo que el efecto de la alta temperatura, nos hacía divagar y no tomábamos ninguna decisión.
No se a quién de las dos, se le ocurrió que debíamos ir hasta la intendencia a avisar que nuestros maridos no volvían. Que se habían ido a recorrer la selva hacía varias horas y pensábamos que les había pasado algo.
- No se preocupen Señoras - nos dijeron. Ya va alguien a buscarlos con el camión de la intendencia.
Pasaron algunas horas más y los trajeron vivos. Pero eran un espanto. Sucios, casi desnudos, descalzos, cansados y picados por cuanto insecto encontraron en la selva. Sobre todo Alex que no tenía un centímetro de su cuerpo, sin picaduras de jejenes. A pesar de todo, parecían contentos de que los hubiésemos mandado a buscar.
Hago un aparte en el relato, porque les pedí especialmente a Marce y a Alex, que ellos mismos escribieran para el Blog, ¿que pasó durante ese paseo? Así que a continuación Uds. tendrán el relato de lo sucedido durante esa excursión que hicieron juntos. Como lo vivió cada uno de ellos.
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