Nosotras, las chicas
Con el tema de los vados y las dificultades del camino que rato a rato eran mayores, Moni y yo empezamos a enojarnos.
¿Que clase de vacaciones eran estas? ¿Ehh?...Sin baños, sin agua, ni un café, NADA.
Comenzamos a protestar y a ponernos gruñonas.
Éramos muy jóvenes, los cuatro menores de 30 años. Creíamos y confiábamos en lo que decían los muchachos.
Ellos, Marce y Alex, eran “los muchachos” y nosotras dos, éramos “las chicas”.
Pero las chicas nos estábamos poniendo de muy mal humor con el calor, los mosquitos, jejenes y a cada rato más inconvenientes…
Un merecido descanso
La decisión fue seguir porque faltaba poco. Un esfuercito más y llegábamos.
Con la estrategia ya utilizada (aunque no totalmente efectiva) de la paleta, nos animamos al río. No era un río profundo… Avanzábamos por trechos, Alex bajaba del capó del DK, retrocedía hasta el Citroen, lo traía hacía adelante y así sucesivamente.
Habíamos hecho poco más de 1 Km , cuando llegamos a una parte del río, en que el lecho pedregoso del mismo, se había transformado en barro.
El DK era muy pesado y venía muy cargado. Comenzó a enterrarse en el barro. Más queríamos sacarlo, más se enterraba. Hicimos de todo y no hubo caso, no pudimos.
Empezaba a caer la tarde… No debíamos quedarnos en ese lugar, por lo tanto sacamos del baúl del DK, algo de ropa, la carpa, algunos alimentos y lo abandonamos.
Subimos los cuatro al Citroen. Este, milagrosamente seguía sorteando los obstáculos.
Llegamos!!! Por fin la Intendencia del parque. Había dos guarda-parques, un camping y una Hostería.
El camping era agreste, o sea sin servicios.
Moni y yo no podíamos creerlo, pues habíamos pensado que esa noche dormiríamos en la selva a la vera del río.
También había unas 3 ó 4 casitas, donde habitaban con sus familias, los obreros que hacían el “mantenimiento”.
Ninguno de ellos podía creer que habíamos pasado los vados.
- ¿Cómo hicieron para llegar hasta aquí, en esta época y con ese coche?- preguntaban.
Contamos nuestros percances y como lamentablemente, habíamos dejado abandonado uno de los coches en el barro.
Nos serenaron diciéndonos que cuando nos vayamos, iban a ayudarnos entre todos a sacarlo, que nos quedemos tranquilos porque igual en esa época no venía nadie. Era más o menos como tenerlo en un estacionamiento…
Armamos nuestras carpas y dormimos como troncos. Obviamente en el Camping éramos los únicos.
Continuará
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