A mi me encanta y suelo tomar 2 ó 3 por
día, siempre express. Puedo tomarlo sola o en compañía, no importa como, pero
lo disfruto mucho.
Fue recorriendo una famosa librería de Buenos Aires, dónde ví un libro muy interesante sobre la historia del café. En dicho libro se juntaban dos cosas que me apasionan: la historia y el café. Así pues lo compré, pero no voy a decir el autor pues este blog no hace publicidad. Ahora, si luego de leer este texto alguien desea el título del libro y el nombre del autor, me lo puede pedir por mail que se lo envío.
A pesar de que en Internet hay mucha… ¿Qué digo? Muchísima información sobre los orígenes del
café, trataré de hacer una pequeña síntesis sobre su descubrimiento, que no
deja de ser una bonita leyenda.
Se cuenta que alrededor del año 800, en una antigua tierra
montañosa de Abisinia, hoy conocida como
Etiopía, vivía un joven pastor llamado Kaldi. Dedicado al cuidado de un rebaño
de cabras, el pastor acostumbraba a recoger el rebaño al atardecer con el
llamado de su flauta. La melodía de la flauta hacía que las cabras bajaran
solas de la montaña. Pero un día no hicieron caso al sonido de la misma. Kaldi renegando
trepó la montaña y al no hallarlas empezó a buscarlas entre los árboles y arbustos.
Finalmente cuando las encontró, las cabras
que hasta entonces habían sido muy mansas,
corrían embravecidas, se paraban en sus patas traseras, se daban
tumbazos unas contra otras y balaban con frenesí. “Las cabras estaban locas”. De ahí proviene
el famoso dicho: “Más loca que una
cabra”.
Kaldi no entendía que
sucedía y pensaba si estarían
embrujadas. Esa noche las cabras no durmieron por la excitación. Al día
siguiente las siguió y observó que iban directamente hacia unos arbustos o
árboles pequeños de donde arrancaban y comían con voracidad unos frutos
rojizos.
El pastor pensó que eso las habría envenenado. Como esta situación
se repitió varios días seguidos, Kaldi
se animó y él mismo, probó uno de
los frutos. Pero lo encontró de un sabor
muy desagradable. Igualmente cosechó una cantidad de esos frutos y los llevó al
convento de su pueblo. Los monjes también
lo probaron y al encontrarlos de sabor
tan feo los tiraron sobre el fuego. Ahí con el calor de las llamas, reventó el fruto, se separó la pulpa, el grano comenzó a tostarse y el aroma del
primer café de la historia enloqueció a las cabras, a los monjes y a los hombres. ¿No es una linda leyenda?
La historia sigue… Es realmente muy larga e interesante, ya que pasaron
muchas cosas hasta que el rico café llegó a las tazas de nuestra época.