viernes, 13 de abril de 2012

Por la libertad…

Le respondió Aldo a su maestro relojero, cuando este le preguntó a los 16 años ¿Porque  quería ser relojero?
Esta respuesta,  era parte de una de las  muchas anécdotas que nos contaba Don Aldo a mi marido y a mí,  en su minúsculo taller de relojería.


Un taller de los de antes, no creo que aún existan muchos relojeros con el espíritu de Don Aldo, quién hace 67 años que arregla relojes.
Llegamos a él porque mi marido quería arreglar un viejo reloj por el cual tenía mucho cariño. A pesar que los familiares le habíamos regalado relojes más modernos, él solo deseaba usar ese; un viejo reloj automático  (se da cuerda simplemente con el movimiento del brazo).

Lo llevamos primero a un relojero del barrio, pero cuando este lo vio, nos dijo:
A este reloj le entró agua y está bastante oxidado. Lo veo difícil, difícil…
Cuando vio nuestra cara de decepción, agregó:
Miren, hay solo  una persona que lo puede arreglar: mi Maestro Relojero.
Así llegamos al Taller de Don Aldo,  que no da a la calle. Es un cuarto,  que es parte de su vivienda.


El taller fue un encantador descubrimiento. Pequeño, tal vez demasiado,  para la cantidad de relojes antiguos,  herramientas de todo tipo e infinidad de otras cosas que se hallaban en él.



Las paredes cubiertas  de todo tipo de relojes: Relojes de pared, diferentes modelos y épocas, con sus respectivos péndulos y campanadas. Despertadores de todos los tamaños imaginables, relojes pulsera de hombres  y mujeres.




Relojes  de bolsillos de esos que llevaban los caballeros,  sujetos mediante una cadenita a su pantalón. Fotos de relojes etc. etc.



Algunas piezas verdaderamente antiguas. Un verdadero coleccionista,  Don Aldo.


Consiguió arreglar el reloj de mi marido, para lo cual  tuvo que desarmarlo totalmente; cerca de 400 piezas.
 Luego que lo arregló,  estuvo usándolo el mismo varios días,  para comprobar su buen funcionamiento.

Don Aldo tiene una memoria extraordinaria para contar hechos del pasado, unos más interesantes que otros.


Reconoce ser un fanático de la  relojería.  Se ve cómodo dentro de su pequeño taller y se nota que es “su lugar en el mundo”.

Por eso me gustó la respuesta que dio Aldo a los 16 años: “Por la libertad… ”
¿Hay algo más hermoso,  que amar un oficio donde uno se siente libre, durante toda su vida?

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