viernes, 3 de julio de 2015

Viandas de almuerzos con amor. Cine culinario


Ví esta película que me trajo unos recuerdos de mucho, pero mucho tiempo atrás.


Relato
Yo era muy jovencita y trabajaba en una empresa pequeña, unas 80/90 personas, que estaba ubicada en San Martín,  una zona del conurbano  de Buenos Aires. En ese entonces la empresa no tenía  comedor para sus trabajadores, por lo cual debíamos llevarnos una vianda o bien teníamos 30 minutos para salir a comer algo. Afuera, no había mucho para elegir, dos o tres lugares tipo fondas, donde había que esperar y finalmente comíamos apurados y no nos caía bien la comida. Decidimos con un grupo de compañeras que nos traeríamos algo de casa: sándwiches, frutas… y nos juntaríamos a comer y charlar aprovechando esos 30 minutos.

El caso es que entre ellas estaba  Graciela. Una mujer que hacía varios años que estaba casada y no lograba quedar embarazada. El mayor anhelo de Graciela y su marido era tener un hijo. Ambos, a su vez eran hijos únicos, así que los suegros también lo deseaban fervientemente.
Un día Graciela muy feliz, nos comenta que quedó embarazada. Ya no era una jovencita, así que debía tomar algunos recaudos, entre ellos,  procurarse una alimentación buena y saludable.  Por esa razón  no podía comer más al mediodía un sándwich y un café.
Fue entonces que la suegra de Graciela, que  vivía a unas 10 cuadras de nuestro trabajo,  decidió que  unos minutos antes de nuestro descanso, le acercaría a su nuera una comida sana, nutritiva y calentita.


Dejaba la vianda en la recepción. El portero se la alcanzaba a Graciela justo cuando nos reuníamos, pero ella no sabía que venía dentro de la vianda. Así que 6 mujeres curiosas asomábamos la cabeza para ver que había llegado ese mediodía. No les puedo narrar lo que era abrir la tapa, ver los colores,  oler esos aromas increíbles de comida recién hecha, con productos nobles y sobre todo… con tanto amor. A todas nos daba un poquitín de envidia, pero de la sana. Había días que venían unos guisitos increíbles y Graciela generosamente, nos permitía mojar el pancito.


La escena se repetía todos los  días.
¿Nos preguntábamos que traerá hoy la vianda de Doña Ana? Y me arrepiento tanto de no haberle pedido  alguna de sus recetas.  Pero también había  un secreto,  nos contaba Graciela que  a su suegra,  los platos le salía tan bien,  porque ella cocinaba mucho en cacerola de hierro fundido y ese tipo de cocción da un sabor muy especial a cualquier comida.

La historia terminó cuando Graciela se retiró por maternidad. Ya no volvió a trabajar, se dedicó a cuidar a su bebé.



La película filmada en la India me trajo ese aromático recuerdo. Es muy bonita.