domingo, 28 de octubre de 2012

Torta de las primas

Mientras voy saboreando el último pedacito que sobró de anoche,  de una exquisita torta con  gustito a almendras que trajo mi amiga Mónica, copio el mail con la receta que me envió hoy mismo. Muchas Gracias Mónica!!


Hola Gely:
Te cuento que yo descubrí esta torta en uno de los viajes por Italia, la compré en Mantova y venía con la receta:

200 gs de harina
200 gs de azúcar
250 de almendras
120 gs de manteca
3 huevos

Como solo venían los ingredientes sin ninguna otra explicación yo hice mis variaciones...usé harina leudante para que no fuera dura y almendras fileteadas
La puse en ese molde enmantecado y la cociné en horno moderado durante aproximadamente 1 hora.


Después la cubrí con azúcar impalpable...
En realidad buscando en Internet la verdadera receta es bien diferente por lo que podés considerarla un invento mío...jajaja!!! Ponele torta de las primas porque la hice por primera vez para un té de primas...


Aquí te mando la historia de la verdadera:
 La torta "sbrisolona" es un dulce típico lombardo, precisamente de la ciudad de Mantova: es una torta dura, friable y rica de ingredientes hipercalóricos.                                        
La torta sbrisolona nace como dulce de los pobres, de origenes campesinos; un tiempo, a diferencia de los ingredientes actualmente utilizados, era mas presente la farina de mais, en lugar de la manteca se utilizaba exclusivamente la grasa (pella) y en lugar de las almendras, las avellanas que eran más económicas.                                                                                            
Con el pasar del tiempo los ingredientes se fueron cambiando siguiendo el gusto de los habitantes de la rica Mantova: actualmente la torta sbrisolona es muy conocida también en el exterior, es parte del patrimonio culinario italiano, tanto es así que ha sido reconocida con la denominaciòn de DOP (De Origen Protegido)

Curiosidad
Los expertos y amantes de esta torta, recuerdan que este dulce no se corta en absoluto con un cuchillo sino se parte con las manos y se acompaña con un vino dulce o licor
 
La próxima hago la verdadera y comparamos!!!!
Buen domingo!!!!
Mónica

viernes, 26 de octubre de 2012

Muñecas (Cuento)


Llegaron a nosotras como herencia. Eran dos muñecos grandotes y antiguos,  hechos de pasta,  regalo de  tía Elisa.
Mi hermana y yo teníamos una muñeca  más pequeña y moderna, pero había que compartirla. Podíamos bañarla, peinarle el hermoso cabello rubio, vestirla y acunarla. Cerraba sus bellos ojos azules de largas pestañas y sonaba en su interior una canción de cuna. Peleábamos por ser la mamá, por bañarla, vestirla... Un día que estábamos en plena discusión,  apareció  tía Elisa y nos dijo:
- Les traigo de regalo mis dos muñecos bebotes de cuando yo era niña.
No podíamos creer lo que escuchábamos. Los veíamos en casa de la abuela, cuando íbamos de visita. Ni bien llegábamos, corríamos al cuarto que había sido de Elisa. Y allí  sobre la cama,  recostados en almohadones,  se encontraban los dos bebotes.   Primorosamente vestidos con ropas impecables y   hermosas puntillas almidonadas.


- Uno para cada una. Cuídenlos, miren que estos muñecos no se  puede bañar…
- Pero tía – balbuceé yo,   que era la mayor- siempre nos dijiste que iban a ser para tus hijas;  cuando las tuvieras…
Tía Elisa,  acariciándome  la cabeza y con una mirada rara,  respondió:
- No voy a tener hijos, así que ahora son para ustedes dos. Pero recuerden que no se pueden mojar.
Tan emocionadas estábamos con ese increíble regalo,  que no nos importó   bañar a los bebés.
Rápidamente cada una eligió el suyo. Por alguna razón venían sin ropa, solo con un triángulo de tela blanca que hacía las veces de pañal. Quitamos el pañal para saber si eran mujer o varón. Descubrimos que eran totalmente asexuados. Por lo cual decidimos que mi muñeco sería mujer y el de mi hermana, varón.


Ambos tenían en la pancita una pequeña membrana metálica con orificios y cuando presionábamos  sobre ella,  los muñecos decían “mamá”.
 ¡Que hermosos eran! Parecían bebes verdaderos, o al menos a nosotras eso nos parecía.
Comenzamos a buscar ropa para bebés y como conseguimos muy poca decidimos fabricarla nosotras mismas. Juntábamos trapitos, puntillas, elásticos y con ayuda de nuestra madre empezamos a diseñarles un guardarropa. Aprendimos a enhebrar una aguja, a pincharnos con alfileres y cuando finalmente los vestíamos con nuestras confecciones, los muñecos parecían unos pobres espantapájaros, pero nosotras estábamos felices y pasábamos horas con ese entretenimiento.
La otra muñeca,  la de ojos azules y largas pestañas, quedó tirada en el fondo del cajón de juguetes.
Nuestros bebotes pasaron a llamarse: Nilda y Juancito. Venían las amigas del barrio a visitar a Nilda y Juancito. Todas tocaban la pancita y ellos decían  “mamá”. Nos sentíamos  importantes y favorecíamos a nuestras amiguitas preferidas con el préstamo por un rato,  de Nilda y Juancito.

Un día de verano jugamos hasta muy tarde en el patio, hacía mucho calor. Finalmente nos llamaron a cenar y luego de un baño  fuimos a dormir.
A la mañana siguiente cuando nos despertamos recordamos que no habíamos guardado a Nilda y Juancito. En  camisón  corrimos al patio a buscarlos.  Juancito y Nilda estaban desmoronados, deshechos. Solo quedaban sus ropitas, los vidrios que semejaban ojos y una pasta color marrón suave que rodeaba la escena. Nos pusimos a llorar con desconsuelo, no nos habíamos enterado que durante la noche llovió torrencialmente. Mi hermana hurgando la ropa y entre medio de la pasta encontró la membrana, la apretó y ambas escuchamos “mamá…”

miércoles, 17 de octubre de 2012

Tarta rápida de alcauciles

Cuando publico una receta, siempre trato que la misma venga acompañada por una historia o  anécdota, por eso el blog se titula “Comidas con historias”.  Pero a veces  tengo la receta y no la historia y muchas más,  tengo historias sin recetas.
Hoy tengo una nueva receta acompañada de una pequeña anécdota.

El otro día fui a visitar a una de mis hijas y me comentó que la noche anterior con su suegra Teresa, excelente cocinera y asidua contribuyente de este blog, hicieron una tarta de alcauciles. Rápida y  muy fácil.


Me sorprendió un poco eso de “rápida y fácil” ya que muchas veces leí recetas de estas tartas y nunca me atreví a hacerlas pues llevan por lo menos  3 kg de alcauciles y hay que raspar hoja por hoja con un cuchillito,  para extraer la parte comestible. Trabajo demasiado arduo para algo que finalmente  se devora en 10 minutos.
Intrigada le envié un mail a Teresa, pidiéndole la receta. Cuando ella me la envió, me di cuenta de dos cosas: una, que esta tarta lleva tan solo 3 alcauciles y otra,  que quién raspó cada hoja con el cuchillo no fue mi hija, sino  mi consuegra Teresa. Por eso no dio nada de trabajo. Así cualquiera…

Aquí transcribo la receta (¡¡Gracias Teresa!!)

Hola Gely:
Te envío la receta.
Esta  receta según el diámetro de la tartera que utilices y con estas mismas  proporciones,  te puede salir más alta o mas baja.

Ingredientes
2 cebollas medianas rehogadas
3 alcauciles de buen  tamaño, hervidos
4 huevos
1 cucharada sopera de fécula de maíz (maicena) diluida en leche (si te gusta mas gourmet en lugar de leche,  100 cc de crema de leche)
Queso rallado a gusto.
Sal, aceite, pimienta en grano molida y nuez moscada.

Preparación
Lo más  trabajoso de esta preparación es quitar la parte blanda y no fibrosa a las  hojas de los alcauciles. Para eso a cada  hoja le  retiro la carne o pulpa con un cuchillo.



Luego pico todo junto con los corazones y los tronquitos. (Los tronquitos se deben pelar antes de hervirlos)



Agrego la cebolla ya rehogada, los huevos, el queso y la maicena diluida en la leche/crema.
Mezclo bien todo. Condimento  a gusto y utilizo  un  molde de tarta  con una masa casera o comprada. 


Relleno,  espolvoreo con  queso rallado por encima y cocino a horno mediano hasta dorar.



En la casa de tu hija la hicimos con dos tapas, pero si haces la masa casera queda muy bien con una sola tapa.

Un beso
Teresa

Nota: La hice, saqué las fotos y nos la comimos. Muy Rica!

viernes, 12 de octubre de 2012

Historia de lagartijas

Desde hace un tiempo en nuestro jardín viven dos lagartijas. A través de los años fueron creciendo y convivimos armoniosamente.


Ellas comparten su alimento (bichitos e insectos) con Bety, nuestra planta carnívora.


Durante el invierno ni se asoman, pero en cuanto llega la primavera comienzan a hacerse visibles.
Una de ellas habita en el armario de  leña/carbón que se encuentra debajo de la parrilla y la otra en el extremo opuesto del jardín, debajo de la escalera que va a la terraza. Nunca supe si alguna de las dos tenía certeza de la existencia de la otra. Tampoco si eran macho y  hembra o iguales.


Hace unos días estaba con mis herramientas de jardín, quitando un yuyo por aquí, una maleza por allá… cuando de pronto noté que algo se movía. Me asusté tanto que pegué un grito y tiré la palita encima del bulto, con tanta desgracia que no ví que era una de las dos lagartijas. ¡La decapité!  Juro que no era mi intención, fue instintivo.  Me impresionó mucho pues durante unos instantes el cuerpo con su cola seguía moviéndose, a pesar de tener la cabecita separada.

Tuvo que venir mi marido a juntar ambas partes  para tirarla a la basura. Yo no me atrevía.

Pasaron unos días y apareció la otra lagartija, pero esta vez la ví enseguida.
El bicho habrá pensado: “¡Ojo que aquí viene la decapitadora de nuestra especie!” ya que salió corriendo de su escondrijo. Corrí a buscar mi cámara de fotos y fui siguiendo su huida. Me asombró el poder de mimetización que desarrolló en pocos minutos. Fue cambiando de color hasta tomar prácticamente el tono de la pared por donde se deslizaba y eso que yo no tenía la palita en mi mano.





Evidentemente por algún medio le llegaron las noticias…

miércoles, 10 de octubre de 2012

Fusilli con zapallitos y salmón

Revisando el freezer, encontré un trozo de salmón congelado que quedó raramente olvidado.
¿La cantidad? Humm,   mucha para una persona y poca para dos. Me hizo pensar como podía hacerla rendir mejor, ya que es un pescado caro.
También tenía zapallitos redondos y fusilli (tirabuzones) de pasta dura (italianos).
Así que inventé esta receta que quedó de rechupete y comimos 5 personas con lo mucho que rindió.


Ingredientes
1 kg de zapallitos verdes y redondos
½ kg de fusilli u otro fideo de pasta dura.
250 a 300grs de salmón rosado
1 cebolla picada
1 ó 2 dientes de ajo picados
1 tomate perita pelado y picado
Aceite, sal, pimienta o ají molido
Queso rallado optativo

Preparación
Cortar los zapallitos en cubitos bien pequeños. Hacer  lo mismo con la cebolla y el tomate pelado. Picar los ajos.


Calentar un  wok o similar. Agregar  un poco de aceite y colocar todas las verduras en él.  Cocinar a fuego medio. Los zapallitos largan bastante  líquido, pero si aún así  la preparación se ve un poco seca, se puede agregar un chorrito de caldo o simplemente agua, hasta  formar una salsita. Condimentar a gusto.


Mientras tanto calentar una plancha de hierro. Salpimentar  el salmón y cocinar a la plancha por ambas caras. Quitar la piel,  cortar en trocitos y reservar.


En una cacerola grande hervir agua con sal. Cocinar los fusilli. Si son de pasta dura lleva unos 10 minutos de cocción. Colar y luego verter en el wok   junto a los zapallitos.


Colocar el wok nuevamente sobre fuego lento  para ir mezclando la salsa de zapallitos con los fusilli. Utilizar una cuchara de madera para ello. Por último incorporar el salmón  y revolver dos o tres minutos más.


Pasar todo a una fuente de mesa o bien armar cada plato. Si lo desea puede agregar un buen queso rallado.
La combinación de salmón, zapallitos  y  pasta,  queda buenísima.
 Un detallecito: Si en vez de 300 grs. de salmón, como tenía yo, Ud. puede poner un poco más,  le va a quedar mucho mejor todavía.

martes, 2 de octubre de 2012

Mi barrio

Años atrás, tenía el encanto de ser una zona con calles arboladas y tranquilas.  Las casas bajas con jardínes y la ventaja de estar a pocas cuadras del Río de la Plata, invitaban a pasear y hacer largas caminatas
Lamentablemente  eso fue cambiando en “aras del progreso”.
He visto tirar hermosas casas, derribar árboles añosos,  para reemplazarlos por modernos edificios de varios pisos con abundancia de  cristalería en sus grandes ventanales.
Como no vivo en una calle principal,  pensaba que  tanto progreso no iba a llegar a mi manzana.  Pero me equivoqué y bastante.


Por el fondo de mi jardín apareció un edificio. Por suerte no muy grande,  planta baja y dos pisos, pero sus ventanas interrumpían la intimidad de mi jardín, donde los días lindos hacíamos el asadito familiar, o simplemente tomábamos sol.


Primero me enojé mucho y hablé con los arquitectos de la obra, pero no había solución y me dijeron que si deseaba podía subir la medianera para tapar la visión de las ventanas.
Pensé en mudarme a otro lugar; pero ¿Quién  garantizaba que no sucediera lo mismo? Además, a mi me encanta mi barrio, los vecinos que conozco hace años, los comercios, el río etc.


 Finalmente  subí la medianera, pero quedó una pared muy alta que afeaba mi pequeño jardín. Fue entonces que a alguien de mi familia me dijo:
Porque no ponés unas plantas altas que corten la visión de tanta pared?
¿Y porque no?


Hay un cuarto  pequeño que sirve de lavadero. Analicé  previamente la resistencia del techo. Este tiene una losa muy fuerte y resistente. Por lo cual  puse manos a la obra y comencé a construir:  “Mi jardín de altura”.



Coloqué macetones con cañas, palmeras, papiros y muchos malvones y geranios que en esta época del año, sus flores  caen en hermosos colores.


A esta altura de los acontecimientos ya no estoy tan enojada. Miro por la ventana de la cocina las flores y me nace una sonrisa.