Mostrando entradas con la etiqueta Personajes de mi barrio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Personajes de mi barrio. Mostrar todas las entradas

miércoles, 11 de diciembre de 2013

El hombre de la bicicleta.

Lo conozco hace muchos años. Siempre lo ví andando en bicicleta. Creo que no tengo en el recuerdo una imagen de él caminando como cualquiera de nosotros.  Pero  si parado al lado de su bicicleta,  sosteniéndola mientras charlaba  conmigo o con algún vecino.
Amable, cordial, simpático y buen mozo. Sí,  buen mozo, pues era alto,  delgado, de rostro agradable y con mucho cabello.
 
Pasaba montado en su bicicleta y saludaba con la mano. Me llamaba la atención que siempre llevaba prendidos dos broches de colgar la ropa,  en los dobladillos de su pantalón.
A veces iba cargado con bolsas de compras o con un maletín de herramientas, pero siempre arriba de su bicicleta, incluso lo he visto en días de lluvia envuelto en una capa especial.

Pasaron muchos años,  envejecí. Pero el hombre de la bicicleta  lo hizo aún más que yo, pues me lleva varios años.

A veces lo veo, ya no va por el medio de la calle. Maneja despacito y se desliza por los costados, cerca del cordón. Sigue siendo delgado y mantiene aún algo de su línea, pero tiene el cabello blanco y su rostro está surcado por arrugas… Me saluda como siempre,  levantando la mano.

Hace pocos días me lo crucé,  me llamó mucho la atención… Iba montado en su bicicleta, pero ahora,  andando sobre la vereda. Por primera vez no me reconoció y tampoco me saludó.  Estaba atento tratando de esquivar a la gente y casi no pedaleaba, solo se deslizaba. No se si él arrastraba a la vieja bicicleta o ella lo llevaba a él. Pero ahí estaban todavía, juntos,  “El hombre y su bicicleta”.

martes, 3 de diciembre de 2013

Un nuevo mural en el barrio

Esto sucedió en mi barrio.
En esta esquina existía un gran palo borracho y una glicina que se trepaba por sus ramas. Lo conté en este mismo blog en:


La esquina  quedó con las paredes muy desoladas, por lo cual el dueño de la casa plantó un nuevo árbol y permitió a un grupo de jóvenes artistas, que instalaran un mural en esa amplia pared. 

Aquí mediante fotos, va todo el proceso desde el comienzo al fin. Lo terminaron hace tan solo 4 días.










jueves, 2 de mayo de 2013

Personajes de mi barrio.

Marina

A Marina, la conocí hace varios años, somos vecinas del barrio. Pero recién comencé a interactuar con ella a la vuelta de un viaje que  había hecho a México y de donde había traído una tela bordada en llamativos colores.  La tela  se veía muy flojita, pero  los bordados me gustaban mucho. Como ella tenía  un taller de enmarcado  de cuadros y restauración de muebles, allí fuí.

Figuras mitológicas de pueblos originarios de México
De la tela bordada hizo un hermoso cuadro.
A partir de entonces le he llevado a enmarcar varias cosas. Siempre quedé muy conforme con sus trabajos.

Molas Panameñas de pueblos originarios de Panamá


Todos los días paso por la puerta de su taller y  la veo trabajando. A veces cortando madera, armando un cuadro o simplemente observando con el mate en mano,  una lámina.
Imagino como le gusta lo que hace y entonces decido: ¿Por qué no preguntarle?
Arreglé  una charla con ella y la transcribo como “Personajes de mi Barrio”.


Taller de Marina
Gely. ─ ¿Cuándo y  por qué empezaste con esta actividad?
Marina. ─ Comencé aproximadamente en el año 1992/93. Para esa época había hecho un curso de pintura sobre madera y me gustaba todo lo relacionado al tema.
Tenía el local en otra cuadra, luego trasladé todo a mi casa por un  tiempo bastante largo. Después a un garaje y  desde hace un tiempo  estoy aquí, en este local.


Actualmente, Marina se dedica a enmarcar cuadros y restaurar muebles.
Me cuenta que tuvo dos maestros. Para la restauración de muebles, su maestro fue el ferretero del barrio, quién  le daba muy buenos consejos sobre lustre de maderas. Para enmarcar cuadros,  una prima suya que vivía en Hurlingam y tenía un taller de marcos funcionando. Dicha  prima, invitó a Marina a que concurriera a su taller para aprender el oficio.


Después de un tiempo  la prima le dijo:
─ Bueno, ya es hora de pongas tu propio taller.


Gely. ─ ¿Y vos qué hiciste?
Marina. ─ Con la ayuda de mi  marido  lo instalé. Así, sobre la marcha fui formándome en el oficio. Sé que hay cursos de todo tipo referente a este tema, pero yo me fui haciendo directamente con la práctica.
G. ─ ¿Tuviste inconvenientes?
M. ─ La gente del gremio es un tanto egoísta con los secretos. Algo similar a esos cocineros que  te dan una receta y te niegan el secretito final. No todos por supuesto, pero algunos,  no quieren pasar los datos de los  proveedores y hasta creo que  les molesta un poco que sea mujer.
G. ─ A propósito ¿Ser mujer te limitó en algo para este trabajo?
M. ─ No. A veces tengo que pedir ayuda por que no tengo mucha fuerza. Por ejemplo para mover un mueble pesado o grande, pero siempre hay algún familiar o amigo que me da una mano.
G. ─ ¿Aprendiste a usar  herramientas?
M. ─ Si, de todo tipo. Pero ahora muchos cortes de  madera se pueden encargar con sus medidas. Una de las herramientas que más utilizo es la guillotina. Si la madera es muy gorda, pido ayuda.

Actualmente, anexado al taller de marcos de Marina, hay un garaje que funciona como taller de restauración de muebles. Me cuenta que en este momento le dedica más tiempo a los marcos y Luís, un socio que tiene para la restauración de muebles, se dedica más a restaurar.


G. ─ ¿Tenés mucho trabajo?
M. ─ Si. Pero sobre todo porque estas tareas insumen mucho tiempo. Restaurar un mueble puede llevar horas y días. Enmarcar un cuadro también. Corto las maderitas, tomo medidas, las pego, preparo la base, el vidrio, etc. Son muchas horas.
G. ─ ¿Tus clientes reconocen  ese trabajo?
M. ─ Como siempre, hay gente que si y otros que no.
G. ─ ¿Este oficio da para vivir?
M. ─ Si, pero yo no soy buena comerciante. Cuando me traen una lámina para enmarcar, pienso más en como voy a hacerlo, que material voy a utilizar, si le va a gustar al cliente, etc. menos en cuanto voy a cobrarle.


G. ─ Siempre que paso por la vereda te veo tan concentrada en tu trabajo…
M. ─  ¿Será por eso que no gano tanto…?
G. ─ ¿Entonces cuáles son las ventajas?
M. ─ No tengo patrón, ni jefe, ni horarios y nadie me indica nada. Como contra te puedo decir que extraño no tener un sueldo fijo y decir bueno, a las 4  ó 5 de la tarde terminó mi trabajo y me voy a casa.
G. ─ ¿Los clientes, se van contentos?
M. ─ Casi siempre.  Yo trato de interpretar que desea el cliente. Converso para saber sus gustos. Donde va a colgar el cuadro o poner el mueble restaurado. A veces voy a la casa, para ver que estilo tiene, si es formal o informal, la pared que va a utilizar. En cambio,  hay quienes me dicen “lo dejo a tu criterio”. En ese caso si no los conozco, me quedo con las dudas de si le gustará o no.
G. ─ ¿Tenes clientes que vuelven para otros trabajos?
M. ─ Si casi siempre.
G. ─ Bueno, yo soy una de esas clientas.
M. ─ También me pasa que a veces veo algún trabajo que hice hace varios años y al mirarlo, lo hago con ojo crítico. Me gusta ver si quedó bien logrado y si aún lo tienen colgado. Todo eso me estimula, hasta tuve gente que colecciona cuadros tipo “Galería de Arte” y siguen viniendo a mi taller.
G. ─ Evidentemente tenés una veta artística.
M. ─ Algo de eso debe haber. Aunque hay días que siento que todo me va mal y ahí es donde me digo: “Pero yo estoy haciendo algo personal,  donde pongo mucho de mi misma” “El tiempo se me pasa volando y creo que debería dedicarle más horas aún” y eso me anima.


La charla fue bastante más larga, esto solo es un resumen.
Cuando estaba por irme,  Marina me dice que le encanta la idea de que yo retrate instantáneas del barrio y que es un orgullo que  la considere a ella, como un personaje de nuestro barrio.


Como no va a ser así. En estos tiempos donde los pequeños locales con oficios van desapareciendo, encontrar un taller como el de Marina y verla a ella desenvolverse con tanto agrado y tan buen trato al público, es algo muy gratificante que le da vida a nuestro barrio.

lunes, 4 de febrero de 2013

Cuando cocinar es placer.

Hoy por primera vez en este blog, hago un reportaje (de caradura que soy, ya que lejos estoy de ser periodista)
El texto total lo voy a dividir en dos entradas:
- Charla con Pablo
- Corderito a la parrilla. Receta y tips para su preparación (debajo de esta entrada)

Charla con Pablo

Margarita y Pablo conforman  un matrimonio que formaron una hermosa familia  con cuatro hijas. Viven a unas cuadras de mi casa, en el mismo barrio.

 Pablo aprendió a cocinar por gusto  y amor a su familia. Desde muy joven le gustaba ser asador. La parrilla de su casa siempre estaba dispuesta,  ya sea con leños o con carbón, para  suculentos  asados.
Actualmente  Pablo es un experto “cocinero amateur”, pero no solamente de parrilla, también de cacerolas y horno. Hace pizzas de todo tipo, locros, carnes horneadas, etc.
Siempre deseé hacerle estas preguntas y hoy se dio el día.
Gely -  Pablo ¿Me intriga saber que lo lleva a un hombre como vos a apasionarse tanto por la cocina,  sin ser un profesional culinario.
Pablo -  Creo que las cosas comenzaron con los asados, me gustaba  comerlos y como en la familia no había nadie que hiciera asados, los hacía yo. Pero después me fui extendiendo de a poco al resto de la cocina. Empecé a cocinar con el horno y luego pasé a otros platos que no fueran solamente de parrilla.
G - ¿Teniendo en cuenta las horas que  insume tu trabajo del cual vive toda tu familia, como te manejas con los tiempos?
P - El tiempo se hace,  me gusta y además alguien en casa tiene que cocinar y si Margarita está con otra tarea o trabajando, lo hago yo.
G - Es un hobby de  costo elevado. ¿No? Por más que  los invitados traigan vinos y/o algún postre.
P -En cuanto a los costos, se van manejando. Si no se puede cocinamos solamente para nosotros y cuando se puede invitamos a amigos y familiares.
G - Vos como cocinero que no te gustan  algunos alimentos, como por ej. las verduras, igualmente las cocinas?
P - Muy buena pregunta. Lo que me sucede es que no las pruebo,  entonces no se si las estoy cocinando bien o mal. Hay algunas verduras que para cocinarlas,   tienen  técnicas  bastante sencillas y si luego me dicen que quedaron bien, entonces  las sigo cocinando de la misma forma. No tengo problema, pero eso me limita un poco. Entonces no tengo muchos platos con verduras y ahí me reemplaza Margarita. Ella siempre hace las tartas y  comidas que van con verduras.
G - ¿Pero ningún tipo de verdura te gusta?
P - No me gustan las verduras de hoja y la cebolla. Hay algunas que si, por ej. alcauciles, espárragos, pepinos y tomates.
G - ¿Qué sentís mientras estás preparando una comida?
P - Es un hobby,  similar a si te gusta  pescar  o hacer  algo de tu gusto. Pensas en como lo estás haciendo, como lo vas a disfrutar,  si le va a gustar a tu familia y  se pasa el tiempo en algo que realmente te complace.


G - ¿Cuándo emprendes la realización de  una comida, te guías por  libros de cocina o vas creando tus propias recetas?
P - Algunas veces invento, otras veo algo que me gusta en un programa de cocina o también busco en Internet. Pero nunca sigo una receta al pie de la letra, siempre agrego mis cambios que pueden ser en los ingredientes, en el proceso de elaboración o en las técnicas de cocción para darle un toque a mi gusto.
Creo que me ayudan mucho dos cosas: tengo habilidad para las tareas manuales y facilidad para comprender todo lo que tenga una técnica y la cocina tiene mucho de técnicas, hay que entender como manipular los ingredientes y los procesos para obtener combinaciones complejas con balances de sabores  y texturas.
G - ¿Sos de usar condimentos? ¿Cuáles son tus preferidos?
P - Si, trato de usarlos en la medida justa para dar un toque,  pero que no altere la percepción de los componentes principales. En general me gustan todos los que tenemos o llegan a Bs As, no se me dan mucho los orientales,  como el jengibre por ejemplo.
G - ¿Sos de utilizar hierbas frescas que están tan de moda?,ej. ¿Salvia, menta, cilantro,  etc?
P - Cuando Margarita planta en casa las usamos, sino van secas nomas.
G - Que importancia le das al tema de la presentación de la comida?
P - Hacer arte en un plato, no es lo mío.  Quiero  que el contenido se vea muy apetecible por sí mismo.
P - Pasando a la parrilla. ¿Qué ventajas tiene la cocción lenta en este medio?
P - Voy a ir un poco mas allá con la pregunta para contar mi teoría de la cocción a las brasas. Primero hay que entender que es esta cocción.
 Implica 3 tipos de cocción al mismo tiempo:
1-     Por el contacto con los fierros calientes de la parrilla con el producto (como una plancha)
2-    Por la radiación infrarroja de las brasas (como un grill)
3-    Por el aire caliente que recibe el producto (como un horno a convección.
Cada uno de estos factores de cocción produce un efecto distinto sobre el producto y se suma al sabor que da el ahumado de las brasas. Conociendo esto,  uno puede variarlos. Por ejemplo:
Desde la cocción a la chapa o disco donde (1) es el único,  hasta el asador o cruz donde (3) es casi exclusiva. O todos juntos, en la clásica parrilla de fierros
La temperatura y el tiempo son las otras variables importantes de los que dependen el resultado de la cocción.
Entonces , la “cocción lenta” es mejor donde (3) es predominante pero sobretodo con productos grasos, esto hace que la grasa se caliente y derrita entre las fibras,  cocinando lentamente la carne y desgrasándola sin quemarse en el proceso. Es como un guiso de cocción lenta pero con su propia grasa. El resultado es una carne muy tierna. No quedan bien piezas chicas o magras. Lo mejor por ejemplo,  es asado de tira ancha, manta de vacío, cordero o cerdo enteros.

G - Cuando haces un lechoncito a la parrilla. ¿Cuántas horas te insume?
P - Depende un poco del tamaño, entre 4 y 6 horas digamos...
G - ¿No te invade la ansiedad y deseas terminarlo de una buena vez?
P - No, porque disfruto el proceso!
G - ¿Que recompensa esperás de tus comensales? ¿Te enoja que no reconozcan tu esfuerzo o que nadie diga :”Qué rico te salió”?
P - Recompensa, ninguna y reconocimiento tampoco porque yo sé cómo me salió… ja ja. ¡Ver que les gusta y lo disfrutan me sobra!
G - ¿Cuánto de importante es la calidad de la carne para una buena parrillada? ¿Tenes lugares especiales para comprar los productos que vas a utilizar?
P – Eso en la parrilla es extremadamente importante. No se pueden hacer milagros con productos duros, viejos o de animales inadecuados,  como en la cacerola, por ejemplo.
En cuanto a lugares,  voy probando en distintos comercios o proveedores y el precio es un factor más que importante. Con el tiempo descubrí algunas señales para detectar productos malos,  así que en general no le erro y aprovecho bien las ofertas.
G - ¿Qué es más difícil hacer a la parrilla, un lechoncito o un cordero?
P - Para mi es lo mismo, pero últimamente me gusta más el chancho.
G - ¿Tenes en cuenta a quien invitas para saber que vas a cocinar?
P - Tengo en cuenta los invitados pero solo para no repetir muy seguido el menú, o bien  repetirlo,  si sé que algo les gusta mucho. Salvo ese detalle,  cocino los que nos gusta a nosotros y no esté muy caro.

G- Gracias por responder a tantas preguntas. A continuación Pablo nos da la receta de Un corderito a la Parrilla



martes, 2 de octubre de 2012

Mi barrio

Años atrás, tenía el encanto de ser una zona con calles arboladas y tranquilas.  Las casas bajas con jardínes y la ventaja de estar a pocas cuadras del Río de la Plata, invitaban a pasear y hacer largas caminatas
Lamentablemente  eso fue cambiando en “aras del progreso”.
He visto tirar hermosas casas, derribar árboles añosos,  para reemplazarlos por modernos edificios de varios pisos con abundancia de  cristalería en sus grandes ventanales.
Como no vivo en una calle principal,  pensaba que  tanto progreso no iba a llegar a mi manzana.  Pero me equivoqué y bastante.


Por el fondo de mi jardín apareció un edificio. Por suerte no muy grande,  planta baja y dos pisos, pero sus ventanas interrumpían la intimidad de mi jardín, donde los días lindos hacíamos el asadito familiar, o simplemente tomábamos sol.


Primero me enojé mucho y hablé con los arquitectos de la obra, pero no había solución y me dijeron que si deseaba podía subir la medianera para tapar la visión de las ventanas.
Pensé en mudarme a otro lugar; pero ¿Quién  garantizaba que no sucediera lo mismo? Además, a mi me encanta mi barrio, los vecinos que conozco hace años, los comercios, el río etc.


 Finalmente  subí la medianera, pero quedó una pared muy alta que afeaba mi pequeño jardín. Fue entonces que a alguien de mi familia me dijo:
Porque no ponés unas plantas altas que corten la visión de tanta pared?
¿Y porque no?


Hay un cuarto  pequeño que sirve de lavadero. Analicé  previamente la resistencia del techo. Este tiene una losa muy fuerte y resistente. Por lo cual  puse manos a la obra y comencé a construir:  “Mi jardín de altura”.



Coloqué macetones con cañas, palmeras, papiros y muchos malvones y geranios que en esta época del año, sus flores  caen en hermosos colores.


A esta altura de los acontecimientos ya no estoy tan enojada. Miro por la ventana de la cocina las flores y me nace una sonrisa.

martes, 7 de agosto de 2012

Personajes. La tía Marta.

Marta es tía de mi marido. Maestra desde muy jovencita y con gran vocación, pasó por muchas escuelas. Los últimos años, antes de jubilarse fue directora. Incesante  lectora, trabajó durante mucho tiempo como voluntaria en la Biblioteca Popular de Olivos. Uno podía ir y preguntarle: ¿Que puedo leer hoy?
Ella siempre tenía una respuesta,  ya se tratara de clásicos, de autores noveles, de literatura latinomericana, lo que sea. Daba la sensación de haberse leído toda la biblioteca. De  una memoria prodigiosa, recordaba títulos,  autores, argumentos, personajes, etc.

Marta,  hija de españoles, desde muy pequeña estaba habituada a escuchar hablar a la familia con muchos refranes populares. Ella no los utilizaba mucho,  pero los conocía y un buen día decidió coleccionarlos. Por lo cual cada vez que recordaba uno o alguien se lo brindaba, lo anotaba en una lista.

Hoy para mis amigos del blog publico esa colección de Marta. Muchas gracias!!!

  A caballo regalado no se le miran los dientes.
  A buen monte vas por leña.
  A falta de pan buenas son tortas.
  Agua que no has de beber, déjala correr.
  A lo hecho, pecho.
 A mal tiempo buena cara.
Al que madruga, Dios lo ayuda.
 Al que nace barrigón, es al ñudo que lo fajen. Del “Martín Fierro”.
 Aprovechate gaviota, que no te verás en otra.
 Aunque la mona se vista de seda, si mona era, mona se queda.      (10)
 Cada uno habla de la feria según le fue en ella.
 Cando che den a ovella,colle a corda e vai por ela.
 Chancho limpio nunca engorda.
 Costurera sin dedal cose poco y eso mal.              
 Cría cuervos y te sacarán los ojos.
 Cría fama y échate a dormir.
 Cuando hay hambre no hay pan duro.                                                        
 Cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía.
 De casta le viene al galgo el ser rabilargo.
 Después de que la liebre se fue, palos en el nido.                            (20)
 Dime con quién andas y te diré quien eres.
 Dios da el pan a quien no tiene dientes.
 Donde manda capitán no manda marinero.
El buey suelto bien se lame.
El ojo del amo engorda el ganado.
El que a hierro mata a hierro muere.
El que espera desespera.
El que mucho abarca poco aprieta.
El que quiera celeste que le cueste.
El que ríe último, ríe mejor.                                                              (30)
El que no llora no mama.
 El que solo se ríe, de sus picardías se acuerda.
 El trabajo del haragán es doble trabajo.
 El zorro pierde el pelo pero no las mañas.
 En casa de herrero, cuchillo de palo.
 En martes no te cases ni te embarques.
 Entre bueyes no hay cornada.
 Escoba nueva barre bien.
 Gato con guantes no caza ratones.
 Jaula hecha, pájaro muerto.                                                               (40)
Hablando de Roma el Papa se asoma.
Hierba mala nunca muere.
Hay muchos burros del mismo pelo.
La cabra tira al monte.
 Las cosas de palacio van despacio.                                                                    
 Lo barato sale caro.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno.
 Mais duro cós croios do río.
 Más se saca de un duro que de un desnudo.
 Más vale pájaro en mano que ciento volando.                                  (50)
Más vale prevenir que curar.
 Muchos oficios tiene Vidal y con todos le va mal.
Mientras dura, vida y dulzura                                    
 No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.
 No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista.                     
No por mucho madrugar se amanece más temprano.                            
 No se cuece en un primer hervor.
 No se puede repicar y estar en la procesión.
 Nunca es tarde si la dicha es buena.
 Nunca falta un roto para un descosido.                                              (60)
 Quen da  o que ten antes de que morra, merece unha cachaporra.
 Para muestra basta un botón.
 Perro que ladra no muerde.
 Poco das y menos llevas.                                            
 Quien con chicos se acuesta mojado se levanta.
 Quien mal anda, mal acaba.
 Salió como rata por tirante.
 Sarna con gusto no pica.
 Si haces 50 y no haces 50 y una, no has hecho ninguna. (es reproche por la ingratitud)
 Tiene más hambre que maestro de escuela.                                          (70)
 Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados.                                
 Usted se lo merece pero no todas las veces.


 Un consejo te daré: no pintes do no se ve. (Jesús Santalla)

viernes, 4 de mayo de 2012

Miguelito


¿En qué lugar no existe un Miguelito? Esto pasó en mi barrio.

Conocí a Miguelito hace muchos años. Había sido amigo de mi marido en la preadolescencia.
Muchas veces salíamos a caminar y nos lo cruzábamos. La primera vez que lo ví me impresionó un poco. En ese entonces tendría cerca de 50 años. Alto,  delgado, con abundante pelo entrecano que le caía hacia un costado del rostro,  hablaba muy fuerte y mostraba la falta de varios dientes en la boca.
Cada vez que se encontraba con mi marido,  se abrazaban afectuosamente. Miguelito conversaba siempre  sobre los recuerdos juveniles, las aventuras que habían compartido, o el fútbol en el campito.

Cuando lo conocí, nos contó que había estado internado un tiempo,  en una casa de salud mental. Pero ahora se hallaba estupendo y había retornado a su trabajo.

Luego supe que desde chico ya padecía de algunos trastornos mentales, pero era tan amigable que todos los muchachos del barrio lo tenían de amigo.
Vivía solo, se había separado hacía muchos años y no había tenido hijos.
Miguelito contaba  que lo que más valoraba y disfrutaba era la libertad. Andar por la calle,  hablar con los amigos, decirle algún piropo a una mujer. Era sumamente sociable. Eso sí, todo lo expresaba en forma muy ruidosa y potente. La gente lo miraba de costado, pero  él no se daba cuenta o simplemente no le importaba.

A lo largo de los años nos encontramos muchas veces, así,  en la calle y él siempre mostrando su  cariño. Pero se lo veía cada vez un poco más excitado y gritaba más al hablar.
Si yo me llegaba a   cruzar sola con Miguelito, o sea sin mi marido, él me saludaba muy serio y seguía su camino.

Un día nos contó que lo “jubilaron”  por adelantado a causa de su enfermedad. (Enfermedad de la cual era muy conciente)

A partir de este hecho comenzó a estar más seguido en la calle y  nosotros a encontrarlo más. Empezaba a conversar y no podía parar. Nos íbamos y él nos seguía hablando de lejos.
En uno de esos encuentros mi marido me dijo:
Pobre Miguelito. Desde que lo jubilaron está peor
─ ¿No tendría que estar internado? ─ pregunté
─ A mi me parece que si lo internan él se muere ─ respondió ─  Está mejor así paseando por la calle, si no hace ningún daño. Se siente libre.

A los pocos  días lo vi. Llevaba  puesta una camisa con unas flores muy grandes y de colores chillones y se lo veía de muy buen humor.
Dos o tres días después lo encontré vestido con la misma camisa y llevaba en la cabeza un ancho sombrero de paja con flores adheridas al ala. En sus brazos sostenía un gran ramo de claveles. Me quedé a un costado y  observé que a cada mujer joven que pasaba,  se le  acercaba y diciéndole algunas palabras  le regalaba un clavel. Las jóvenes muy asustadas, huían espantadas. Me dio mucha pena. Le conté a mi marido la última hazaña de Miguelito. Me dijo:
─ Lo van a encerrar

No lo vimos más, hasta que un día, nos dijo, un vecino que había sido del grupo de amigos:
─ ¿Se enteraron lo que pasó con Miguelito?
─ ¿Qué pasó? ─ preguntamos
─ Apareció una hermana. Ella no podía verlo así y lo internó en un geriátrico.
─ ¿Y…?
─ Estuvo 15 días mirando la calle por la ventana  e intentando salir. Finalmente murió.
─ ¿De que murió? ─ preguntamos angustiados
─ De tristeza ─ nos respondió el vecino