lunes, 31 de enero de 2011

COCODRILO CON CELULAR

KIEV (AP).- El cocodrilo en "Peter Pan" era feliz escuchando el tic-tac del reloj despertador que se tragó, pero un cocodrilo en Ucrania no tiene tanta suerte. Gena, un cocodrilo de 14 años en el acuario de Dnipropetrovsk, se niega a comer y parece aletargado desde que tragó un teléfono celular que dejó caer la mujer que intentaba fotografiarlo.
Los empleados del acuario no le creyeron a Rimma Golovko, una madre veinteañera, cuando denunció que el saurio se había tragado su teléfono. "Pero entonces el teléfono empezó a sonar y el sonido venía del estómago de nuestro Gena, entonces comprendimos que no mentía'', dijo Alexandra.
Golovko dijo que fue culpa suya. Extendió el brazo para tomar una foto de Gena cuando abría la boca y dejó caer su teléfono Nokia al agua. Golovko está resignada a perder su teléfono, pero quiere recuperar la tarjeta SIM que contiene fotos y sus contactos telefónicos.
El problema es mayor para el cocodrilo, que no come ni mueve el intestino desde hace semanas y luce deprimido y dolorido.


 El veterinario jefe de Dnipropetrovsk, Oleksandr Shushlenko, dijo que le tomarán una radiografía la semana próxima si se niega a seguir comiendo. Una operación quirúrgica para retirar el teléfono sería el último recurso, ya que la curación de los reptiles es lenta.
 Fuente: Suplemento Radar, Página12

viernes, 28 de enero de 2011

UN CUENTITO HERMOSO!

La noche de los feos (Mario Benedetti)
Primer parte

Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia.

Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.

Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos -de la mano o del brazo- tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.

Nos miramos las respectivas fealdades con detenimiento, con insolencia, sin curiosidad. Recorrí la hendidura de su pómulo con la garantía de desparpajo que me otorgaba mi mejilla encogida. Ella no se sonrojó. Me gustó que fuera dura, que devolviera mi inspección con una ojeada minuciosa a la zona lisa, brillante, sin barba, de mi vieja quemadura.

Por fin entramos. Nos sentamos en filas distintas, pero contiguas. Ella no podía mirarme, pero yo, aun en la penumbra, podía distinguir su nuca de pelos rubios, su oreja fresca bien formada. Era la oreja de su lado normal.

Durante una hora y cuarenta minutos admiramos las respectivas bellezas del rudo héroe y la suave heroína. Por lo menos yo he sido siempre capaz de admirar lo lindo. Mi animadversión la reservo para mi rostro y a veces para Dios. También para el rostro de otros feos, de otros espantajos. Quizá debería sentir piedad, pero no puedo. La verdad es que son algo así como espejos. A veces me pregunto qué suerte habría corrido el mito si Narciso hubiera tenido un pómulo hundido, o el ácido le hubiera quemado la mejilla, o le faltara media nariz, o tuviera una costura en la frente.

La esperé a la salida. Caminé unos metros junto a ella, y luego le hablé. Cuando se detuvo y me miró, tuve la impresión de que vacilaba. La invité a que charláramos un rato en un café o una confitería. De pronto aceptó.

La confitería estaba llena, pero en ese momento se desocupó una mesa. A medida que pasábamos entre la gente, quedaban a nuestras espaldas las señas, los gestos de asombro. Mis antenas están particularmente adiestradas para captar esa curiosidad enfermiza, ese inconsciente sadismo de los que tienen un rostro corriente, milagrosamente simétrico. Pero esta vez ni siquiera era necesaria mi adiestrada intuición, ya que mis oídos alcanzaban para registrar murmullos, tosecitas, falsas carrasperas. Un rostro horrible y aislado tiene evidentemente su interés; pero dos fealdades juntas constituyen en sí mismas un espectáculos mayor, poco menos que coordinado; algo que se debe mirar en compañía, junto a uno (o una) de esos bien parecidos con quienes merece compartirse el mundo.

Nos sentamos, pedimos dos helados, y ella tuvo coraje (eso también me gustó) para sacar del bolso su espejito y arreglarse el pelo. Su lindo pelo.

"¿Qué está pensando?", pregunté.

Ella guardó el espejo y sonrió. El pozo de la mejilla cambió de forma.

"Un lugar común", dijo. "Tal para cual".

Hablamos largamente. A la hora y media hubo que pedir dos cafés para justificar la prolongada permanencia. De pronto me di cuenta de que tanto ella como yo estábamos hablando con una franqueza tan hiriente que amenazaba traspasar la sinceridad y convertirse en un casi equivalente de la hipocresía. Decidí tirarme a fondo.

"Usted se siente excluida del mundo, ¿verdad?"

"Sí", dijo, todavía mirándome.

"Usted admira a los hermosos, a los normales. Usted quisiera tener un rostro tan equilibrado como esa muchachita que está a su derecha, a pesar de que usted es inteligente, y ella, a juzgar por su risa, irremisiblemente estúpida."

"Sí."

Por primera vez no pudo sostener mi mirada.

"Yo también quisiera eso. Pero hay una posibilidad, ¿sabe?, de que usted y yo lleguemos a algo."

"¿Algo cómo qué?"

"Como querernos, caramba. O simplemente congeniar. Llámele como quiera, pero hay una posibilidad."

Ella frunció el ceño. No quería concebir esperanzas.

"Prométame no tomarme como un chiflado."
"Prometo."
"La posibilidad es meternos en la noche. En la noche íntegra. En lo oscuro total. ¿Me entiende?"
"No."
"¡Tiene que entenderme! Lo oscuro total. Donde usted no me vea, donde yo no la vea. Su cuerpo es lindo, ¿no lo sabía?"

Se sonrojó, y la hendidura de la mejilla se volvió súbitamente escarlata.

"Vivo solo, en un apartamento, y queda cerca."

Levantó la cabeza y ahora sí me miró preguntándome, averiguando sobre mí, tratando desesperadamente de llegar a un diagnóstico.

"Vamos", dijo.

2
No sólo apagué la luz sino que además corrí la doble cortina. A mi lado ella respiraba. Y no era una respiración afanosa. No quiso que la ayudara a desvestirse.

Yo no veía nada, nada. Pero igual pude darme cuenta de que ahora estaba inmóvil, a la espera. Estiré cautelosamente una mano, hasta hallar su pecho. Mi tacto me transmitió una versión estimulante, poderosa. Así vi su vientre, su sexo. Sus manos también me vieron.

En ese instante comprendí que debía arrancarme (y arrancarla) de aquella mentira que yo mismo había fabricado. O intentado fabricar. Fue como un relámpago. No éramos eso. No éramos eso.

Tuve que recurrir a todas mis reservas de coraje, pero lo hice. Mi mano ascendió lentamente hasta su rostro, encontró el surco de horror, y empezó una lenta, convincente y convencida caricia. En realidad mis dedos (al principio un poco temblorosos, luego progresivamente serenos) pasaron muchas veces sobre sus lágrimas.

Entonces, cuando yo menos lo esperaba, su mano también llegó a mi cara, y pasó y repasó el costurón y el pellejo liso, esa isla sin barba de mi marca siniestra.

Lloramos hasta el alba. Desgraciados, felices. Luego me levanté y descorrí la cortina doble.

miércoles, 26 de enero de 2011

Budín de pan

 Hay cientos  de recetas de budín de pan pero esta es la de mi familia

INGREDIENTES
500grs  de pan del día anterior
750cc leche
4 huevos o más (más huevos queda más tipo flan)
10 cucharas de  azúcar
100grs pasas de uvas (a mi no me gustan y no las pongo)
50grs nueces picadas
esencia de vainilla ó ralladura de limón

Varios
azúcar y agua para el caramelo
crema o dulce de leche (opcional) para acompañar

MODO DE PREPARACIÓN:
Quitar muy bien la corteza al pan. Cortarlo en trozos pequeños y dejar remojando en la leche un rato. Luego agregar el azúcar, esencia o ralladura de limón, los huevos, las nueces picadas y por último las pasas. Mezclar bien.
Aparte  acaramelar abundantemente, una budinera y  colocar en ella la preparación anterior.
Cocinar en horno, a baño  Maria, hasta que este firme. Una vez frío desmoldar y servir solo con el caramelo o con un copo de crema o dulce de leche.

martes, 25 de enero de 2011

TORTA HARAGANA EMILIA


En nuestra familia es costumbre que las recetas que son especialidad de alguno de sus miembros, lleven su nombre. Por ejemplo tenemos una “Carne a la Juanita” famosa porque la hacía la tía Juanita y a ella le salía muy sabrosa.(la voy a publicar más adelante). Por eso esta torta se llama:
“TORTA HARAGANA” DE EMILIA

Haragana, porque Emi decía que era tan fácil hacerla, que parecía hecha para perezosos.


Ingredientes relleno
6 manzanas verdes cortadas en tajadas finitas.
½ taza de azúcar.
½ taza de nueces picadas.
Canela y pasas de uva a gusto.
Mezclar todos los ingredientes y dejar macerar un rato.

Ingredientes masa
1 taza de harina leudante.
½ taza de azúcar.
100 grs. de manteca.
Hacer un granulado con los ingredientes de la masa

Acomodar en una bandeja para horno, una capa de granulado, otra de manzanas y así sucesivamente. Terminar con capa de granulado.
Aparte batir 2 huevos con ½ taza de leche y verter arriba de la última capa de granulado. Cocinar a horno mediano hasta que esté a punto.
Se puede servir tibia con una bola de helado de vainilla, con crema sola o chantillí. También es muy rica fría.

viernes, 21 de enero de 2011

Historias de vida - Epílogo

El viaje continuó todavía un poco más. Fuimos hasta Jujuy y luego emprendimos el regreso. El DK siempre que paraba había que empujarlo, pero llegó a Buenos Aires. Aunque no lo crean,  luego de este viaje lo tuvimos como dos años más.
Marce no consiguió trabajo en este viaje, pero muchas veces a lo largo de su carrera intentó ver si podía trabajar en el interior. En cambio, consiguió un trabajo en el Servicio Universitario de Salud (SUS), dedicado a la atención de la salud de los alumnos de la Universidad de Buenos Aires.
Alex finalmente lo logró en Tucumán, donde trabajo y vivó durante un año. Luego volvió a Buenos Aires.
Hicimos muchísimos viajes más todos juntos, pues luego se agregaron los hijos. Alex y Moni tuvieron tres varones y nosotros dos nenas. Eso no nos impidió seguir con nuestras aventuras.
En esta foto están los cinco hijos, en otro viaje de esos “imborrables”.


Hasta pronto!!

Historias de vida - Capítulo 12 (Continua con relato de Alex)

Lo que recuerdo de Embarcación

Seguimos rumbeando para el norte Para llegar a Embarcación Provincia de Salta que creo fue el punto mas al norte que llegamos en ese viaje fuimos directamente desde Parque Nacional “El jején” (ex Parque Nacional El Rey), por lo menos para nosotros, cruzando el puente sobre el Río Bermejo.
Me impresionó el Río Bermejo muy cercano a Embarcación por lo caudaloso y por el tinte marrón de sus aguas debido al gran arrastre de sedimentos que tiene su cauce...
Embarcación era un pueblo de mala muerte y no había mucho por hacer por allí.
Pero se nos ocurrió ir ya que alguien, nos había comentado que podía haber trabajo para médicos jóvenes en esa localidad.
Por lo tanto fuimos al Htal. de Embarcación. Nos recibió el Director del Htal. Que por supuesto era médico, aunque su aspecto general así no lo indicara. Era un gordo pachorriento con rasgos indígenas y por lo que me recuerdo era paraguayo. El Hospital era un muy viejo edificio. Por supuesto nos recibió con los brazos abiertos de que alguien llegará a interesarse por ese rincón perdido y encima con deseos de trabajar.

 Embarcación no es justamente un lugar de turismo de alta gama. El calor era imposible. Humedad espantosa y la ropa se pegaba al cuerpo. Uno chorreaba sudor sin moverse.
Nos llevo a recorrer el Hospital. Las salas eran de paredes muy altas y en muy mal estado. En la sala de hombres que es lo que más me acuerdo, era muy impresionante ya que estaba apuntalada por postes de eucalipto en la mitad de la sala, para evitar que se derrumbara. Eran salas grandes, típicas de hospital, con muchas camas en fila y  enfrentadas que alguna vez habían estado pintadas de blanco, pero estaban en mal estado y oxidadas. Había pocos pacientes internados. Pero lo extraño, es que estaban en la cama, pero con ropas de calle. Nada de pijamas o cosa así. Lo más pintoresco era un viejo que estaba en la cama, pero con el sombrero aludo puesto. La mayoría de la gente de la zona tenía rasgos indígenas ya que allí abundan las etnias de tobas y matacos.
Por supuesto que la impresión que tuvimos de Embarcación y su gente para dos médicos ex–residentes formados en el Htal. de San Isidro, tan cerca de los sanisidrenses que son tan exclusivos y elitistas, no daba mucho para quedarse allí sino para huir lo más rápido posible, por más patria que uno quisiera hacer. A veces los ideales se chocan con la cruda y triste realidad. Y ni yo ni Marce éramos Albert Schweitzer o el Che Guevara. No quisiera olvidarme tampoco de la cara de las chicas, por si se nos pasara por la cabeza quedarnos a hacer medicina en ese lugar….
Recordando al gran Atahualpa Yupanqui en las “Coplas del payador perseguido” me viene a la memoria este verso…

Tal vez alguien haya rodao,
tanto como rodé yo,
pero le juro, créamelo,
que vi tanta pobreza,
que yo pensé con tristeza:
“ Dios por aquí, no pasó”

Historias de vida - Capítulo 12

Embarcación, Salta


Embarcación es una ciudad del Departamento General José de San Martín, provincia de Salta, Argentina, a 88 km de la ciudad de Tartagal sobre la Ruta Nacional 34. Clima:Embarcación soporta una de las temperaturas más altas el país, junto con Tartagal y Orán son las ciudades más calurosas del norte salteño. Su clima siempre se mantiene en verano a la mañana en 29 ºC, por la tarde en 45 ºC y por la noche en 30 ºC. En invierno su temperatura es a la mañana de 14, por la tarde de 20, y por la noche 15 ºC. Embarcación presenta elevados índices de pobreza, alta precariedad en los servicios sanitarios (cloacas, agua potable). Hay una alarmante tasa de desempleo y una emigración de los jóvenes en vistas de las pocas expectativas de futuro. También hay conflictos de discriminación contra los aborígenes. La contaminación por las fumigaciones aéreas y la localización de lavaderos de maquinaria agrícola que usan productos químicos en pleno egido urbano es un problema grave.
Alguien les había dicho a los muchachos,  que en Embarcación,  necesitaban médicos.
Esta ciudad estaba muy cerca de Tartagal, bien al norte y muy cerca de Bolivia. Embarcación está a orillas del Río Bermejo.
Vuelvo a decir que lo relatado aquí pasó hace 38 años. Hoy día,  si entro por Internet al sitio de esta ciudad, no parece la misma que conocimos nosotros en esa época.


Toda la zona del Bermejo estaba habitada por pueblos originarios: Matacos, Wichis...  No se como vivirían en el interior o en  zonas más alejadas de la ciudad, pero aquí  el pueblo hace 38 años,  era de una pobreza muy  grande. Las casas eran casi todas de adobe, muy humildes y como el calor era sofocante,  todas tenían las puertas abiertas y se veían sus interiores  con los pisos de barro…
El pueblo era triste y en la plaza central, solo se veía una casa de material, que supusimos sería del intendente.

Fuimos hasta el hospital. Los muchachos iban a ver al director y nosotras nos quedamos tomando mate dentro del DK mientras esperábamos.
- Vos te quedarías a vivir en este pueblo? – Pregunté a Moni
- Dejar mi departamento? Mi trabajo? Ni loca – me dijo
- Yo tendría también que dejar mi trabajo y la Facultad (en ese entonces todavía estaba estudiando).
Seguimos un rato más en esa charla y vimos que volvían los muchachos, riéndose.
- ¿Que pasó? – preguntamos
Ahora paso a pedirles de nuevo a Alex y Marce que cuenten su parte.
Solo cuenta Alex, Porque Marce no la recuerda bien.
                              Continuará
                                                                                                   

jueves, 20 de enero de 2011

Historias de vida - Capítulo 11

En el camino  nuevamente

Al otro día temprano teníamos todo listo para irnos del Parque Nacional El Rey, pero faltaba retirar el DK del fango del río, donde había quedado. Nos montamos los 4 en el Citroen y emprendimos la marcha. Detrás nuestro venía el camión de la intendencia del parque,  con  5 personas. Cuando llegamos, el DK estaba tal cual lo habíamos abandonado. Hacia nada más que un día y medio, pero parecía mucho más.


Entre los 5 obreros y nuestros 2 hombres, siete en total, lo desencajaron del barro y con mucho esfuerzo y maña lo llevaron hasta el camino, fuera del lecho del río. Lo empujaron hasta que arrancó.
Queríamos darles un obsequio a la gente que nos ayudó, dinero no, porque bien poco teníamos nosotros. Entonces nos acordamos que  traíamos una botella de wisky, las que le regalan a los médicos y se la obsequiamos al conjunto. NO  PODIAN CREERLO!! Se fueron felices y muy agradecidos.

 Pero los agradecidos éramos nosotros que habíamos recuperado uno de nuestros vehículos. 
El DK, a quién tanto habíamos denigrado, tosió y se puso en marcha. Allí íbamos en caravana nuevamente, con el camino en bajada. Malheridos, pero enteros y con el ánimo alto.

Se acabó el turismo, ahora de nuevo a buscar trabajo!!
El camino por el cual bajábamos tenía mucho ripio suelto y aunque íbamos muy despacio en un momento el DK patinó y nos dimos contra la montaña. El golpe fue suave, porque realmente veníamos despacio, pero suficiente para que saltara el vidrio de la luneta trasera. No se rompió, saltó enterito y quedó tirado sobre el ripio.

 

A esta altura odiábamos al pobre DK. Personalmente estaba pensando que cuando llegara a una ciudad me iba a tomar un micro de regreso a Buenos Aires.
Finalmente en el asfalto arribamos a una ciudad. Cargando el vidrio en el asiento trasero, preguntamos donde podíamos arreglar la luneta y nos enviaron a la casa que se especializaba en eso.
¿Saben como se llamaba? SALTA VIDRIOS

Seguimos más al norte. El paisaje era tan bello!  Era difícil mantenerse en  el mal humor. Cuándo cruzamos el Río Mojotoro, nos acordamos que había una canción dedicada a ese río, cantada muy bellamente por Eduardo Falú y allí estábamos, cantando nuevamente y mirando para el futuro…
Continuará

martes, 18 de enero de 2011

Historias de vida - Capítulo 10

RELATAN "LOS MUCHACHOS"

Contado por Marce
Cuando llegamos a lo que serian los servicios del Parque Nacional El Rey, estos brillaban por su ausencia, minga de informes, de proveeduría, de baños, de alojamiento.etc. Nada, nada.
Nos miramos y nos dijimos resignados: armemos las carpas aquí, por lo menos es un claro en el bosque!
Antes de terminar de armar las carpas estábamos todos picados por jejenes. En eso llega el guarda parque quien nos pregunta “¿Cómo hicieron para llegar? Ningún turista se anima pues esta es época de lluvias y los caminos son intransitables, además los jejenes están terribles, mucho puma suelto, alimañas, el calor y chaparrones torrenciales.” Con Alex nos miramos y nos dijimos con la mirada "¿Y ahora que hacemos aquí?" Alex preguntó al guarda parque ¿Qué podíamos hacer? “Yo les recomiendo que den una vuelta en coche por los senderos de la yunga (Selva en terrazas que tiene diferente vegetación según los niveles) pero no salgan del coche que es peligroso, A pie, no vayan”

El problema era que teníamos solamente el Citroën,  pues del DK quedó hundido en el fango a unos kilómetros y no daba para los cuatro en ese lugar,  donde pocas huellas humanas horadaron la tierra.  Dijimos “preguntémosle a las chicas, puede ser que les de miedo y no quieran venir.”
Fuimos a verlas dentro de la carpa,  que fue su refugio anti jejenes hasta que nos fuimos. Preguntamos sin mucho entusiasmo “¿Quieren venir a dar una vueltita por la jungla con el coche?” Las dos enculadas por el inhóspito lugar donde las trajimos dijeron a coro “¿Vayan solos, que acá no podemos ni ir a mear a los yuyos (no existía baño) que nos matan los jejenes!” Con alivio nos miramos y nos dijimos con la mirada ¡Menos mal! Ahora a dos nos va a llevar el 2CV.

Así fue que en malla, alpargatas y en cuero subimos al Citroen 2CV y partimos raudamente por esos rojos caminos lleno de extraña vegetación que ni la luz se veía.

El viaje fue hermoso, esa selva con verdes tonos, vegetación altísima, pájaros con sus cantos por doquier, en las lomas se abrían claros y divisamos arroyos de aguas claras y torrentosas.
El entusiasmo fue tan grande que nos creímos Indiana Jones. Es por ello que cuando el sendero se cortó en un arroyo de hermosas aguas y fuerte correntada,  no dudamos un segundo a cruzarlo cual si tuviésemos una tanqueta.
El pobre 2CV quedó encajado entre las piedras y así atravesado formó un dique del lado de la correntada y un vacio del otro lado. El agua comenzó a subir por estribor, la puerta de latita de sardinas se empezó a doblar temerariamente e intenté abrirla,  pero la presión era tan fuerte que fue imposible, entonces yo Marce,  grité: “¡Alex abrí la puerta de tu lado, que no está inundada.” Alex en la desesperación obedeció, ¡Paque! Ni les cuento lo que fue abrir la puerta. Hoy se me asemeja a la represa de Yacyretá. El agua inundó los asientos donde estábamos sentados. El agua nos llegaba a la cintura, vimos como navegaban nuestras alpargatas, las remeras, los papeles del coche y todo lo que estuvo alguna vez en el habitáculo. Salimos de apuro pues temimos morir ahogados dentro del 2CV.

Desde la orilla el panorama fue desolador, el Citroën con sus puertas abiertas y descuajeringadas, el capot abierto y el agua tapaba con más de 50 cm sobre el motor. Eso sí, eliminamos el dique artificial.
Decidimos que hombre que huye sirve pa otra guerra,  así que rápidamente emprendimos la retirada dejando abandonado y a merced de las inclemencias climáticas a nuestro buen amigo y compañero CITROEN 2CV.

Cuando comenzamos a caminar, nos enteramos que estábamos descalzos, y en un camino que ya no nos pareció de hermoso color bermejo, sino de puntiagudas y abundantes piedras de mierda.
  A la primera bifurcación del camino empezamos a discutir que rumbo  tomar, cada uno tenia teorías de cómo orientase. El problema fue que las conclusiones divergían en 180 grados. De golpe empezamos a ver algún hilillo de sangre en nuestros pies. El calor insoportable se transformó a medida que caía la noche, en un fresquito que pronto se transformó en frio de cagarse.
Vimos un cartel a lo lejos; ansiosos y sin darle importancia nuestros maltratados pies, fuimos corriendo a leerlo. El cartel decía: ¡CUIDADO PUMAS SUELTOS!
Nuestros cuerpos no tenían milímetro de piel sin picadura de jején y Alex también en su pelada, pues ya desde su tierna infancia fue pelado.
Cuando estábamos poniéndonos nerviosos, les aseguro que no asustados, ni preocupados (seguramente por la inconsciencia de la juventud) aparece triunfal un camión de Vialidad Nacional. Les puedo decir que jamás ningún BMW, ni Audi, ni Ferrari, me impresionaron mejor que ese viejo camión Ford.

El chofer nos gritó desde arriba de la cabina y con aire triunfal “¡Me mandaron sus esposas a buscarlos pues se hacía de noche y ustedes no volvían y estaban muy preocupadas,  pues me dijeron ¿cómo salir de este infierno si ustedes no volvían mas?”  Ahora que escribo esto, me doy cuenta que nunca lo hablé con Alex,  pero ¿el habrá sentido lo mismo que yo? En cuanto a eso de que el amor no es mirarse a los ojos, sino mirar juntos el camino que transitamos. Por lo menos para las chicas, en esa situación lo pensaron así.
El del camión fue hasta donde estaba el coche semimuerto,  le metió una soga y empujó fuerte. El Citroën se levantó como un barrilete y así fue todo el camino de vuelta. Le preguntamos al chofer: “ porque llevaba al 2CV volando” y nos dijo:  “¡para que se seque, si no hago esto van a pasar días hasta que arranque!”
Después de un rato llegamos al claro donde estaba la carpa y dentro de ella nuestras queridas esposas dijeron: “¡Menos mal!”  Por si acaso,  en los siguientes 40 años no le pregunté que significaba esa breve expresión.
La historia recién comenzaba pero ya se van a entrar en el blog de cómo sigue.
Marce

Contado por Alex
De lo que me acuerdo..
Salimos en el Citroen luego de almorzar para investigar un poco y disfrutar del parque.
El gordo me acompañaba y yo manejaba. El DK había quedado en el campamento base ya que no andaba para atrás ni para adelante en lugares con arroyos por el tema platinos.
Las mujeres estaban bastante malhumoradas por el calor y los jejenes por lo tanto ni en pedo nos iban a acompañar
Bah... como siempre...
No han cambiado nada en 40 años....!!!
Hacia calor y según nuestra costumbre pese a las recomendaciones íbamos en short y remera. Bastante lejos nos fuimos internando en la selva. Yo iba manejando descalzo, porque me saqué las sandalias que iban en el piso del auto....!!!
Creo que pasamos un vado sin problemas y ya bastante alejados, nos topamos con el segundo vado...
Jamás nos íbamos a amilanar. No parecía demasiado caudaloso y yo con el Citro me animaba a todo....
Éramos tan jóvenes!!! Menos de 30 años...
El tema es que el arroyo corría de derecha a izquierda. Ni bien intenté pasar el vado, justo la rueda delantera izquierda se atascó en un pedrón que había adelante. Para adelante no se podía por el pedrón. Intenté retroceder con la marcha atrás, pero justo de ese mismo lado también había un pedrón pero en la rueda de atrás. O sea el auto estaba entre dos cuñas.
O sea el auto quedó atravesado sobre el arroyo como un dique artificial tipo ”autodique”.

El gordo para intentar ayudar abrió con dificultad la puerta de su lado y el agua que ya se estaba metiendo adentro al hacer de dique, se metió de golpe adentro del auto llegándonos en un instante a la cintura de ambos. Empezamos a los gritos porque pensábamos que nos ahogábamos,  hasta que se me ocurrió abrir la puerta de mi lado!!!
Allí pasó el peligro ya que el agua pasó de un lado al otro del auto y se vació. O sea abrimos las compuertas del dique...!!!!
El tema es que el agua arrasó con todo lo que había en el auto. O sea sandalias mías, remeras y alguna toalla...
Nos bajamos del auto e intentamos por todos los medios desencajarlo,  pero nos fue imposible.
Resignados decidimos intentar volver caminando al campamento para pedir auxilio. Ya estaba oscureciendo y  estar en mitad de la selva desconocida para nosotros no era lo mejor.
Supongo que estábamos bastante asustados pero no me recuerdo que nos enojáramos entre nosotros ni nos recrimináramos nada....
Caminar para mi sobre un camino pedregoso y descalzo (recuerden que había perdido las sandalias) no era una cosa divertida. Esperábamos que las chicas (eran chicas en ese entonces) al notar nuestra tardanza y preocupadas, también nos mandaran buscar.

No había celulares, ni GPS, ni luz, ni campana, ni bengalas, ni nada. Y mucho menos alguien a nuestro alrededor. Selva. Ningún puesto, ninguna casita. En el parque y en Febrero los únicos que estábamos éramos nosotros, el guardaparques y algún personal del parque en tareas a realizar. Y todos los animales del parque.
Siempre pensábamos que en cualquier momento aparecían los pumas o los yaguaretés!!!
Habremos caminado quizás una hora. Cada vez más preocupados y temerosos cuando de golpe, apareció el camión de Vialidad!!!! . Las chicas nos habían mandado buscar y aquí llegaba nuestra salvación....!!!
Nos subimos al camión donde iban otras dos personas y fuimos al rescate del auto.!!! Entre todos lo pusimos sobre el camino y allí pasó otra cosa para el recuerdo.
Lo ataron a una soga y lo remolcaron hasta el campamento. El auto tenia platinos y bujías bajo el agua y se había quedado sin batería. Yo arriba del auto. No me acuerdo bien pero me parece que el gordo iba arriba del mionca. Me dijeron póngalo en tercera que en algún momento arrancará.
Nunca me olvidare a esos muchachos de Vialidad que me llevaron por ese camino sinuoso de la selva a mas de 60 Km.. por hora, sin frenar en ninguna curva y supongo que disfrutando de hacer sufrir a los porteños piolas. De noche, con el Citro sin luces siguiendo a tientas a las luces traseras de un camión endemoniado. Cada curva, cada árbol cercano yo pensaba.... Aquí quedó mi vida..!! Tan joven!!!. Al fin llegamos al campamento.  Poco antes el auto se secó y empezó a andar...!!! Que gran auto mis Citro...!!! Tuve 3...     
 Del regreso al campamento no me acuerdo nada..!!! Supongo que las chicas se enojaron (bahhh.... siempre se enojan) y nosotros estábamos felices de haber regresado de tamaña aventura...!!!   
Alex

Historias de vida - Capítulo 9

¿Viudas y tan jóvenes?


A la mañana siguiente, recorrimos un poco los alrededores. Había una Hostería, que según nos contaron en época de “No lluvias” tenía algunos visitantes. En ese momento estaba vacía, solo los encargados haciendo arreglos.


Almorzamos y a la hora de la siesta nuestros inquietos esposos nos dijeron:
-   Vamos a dar una vuelta por la selva pero con el Citroen, así vemos alguno de los senderos. ¿Quieren venir?
-   ¡¡No!! Gracias - dijimos a duo. Nos quedamos aquí, pero no tarden mucho.

Se fueron. Ambos iban en pantalones cortos pues hacía mucho calor.
Mientras, Moni y yo estábamos metidas dentro de alguna de las dos carpas, para que los jejenes que eran plaga, no nos picaran. Pero como el calor era insoportable, Moni dijo:
-  ¿Y si vamos a la Hostería y los esperamos allí, tomando algo?
-     ¡Buena idea! -respondí contenta y saboreando por anticipado una bebida bien helada.

No tenían nada, solo nos podían ofrecer Té. ¿Té con 40 grados de temperatura? Lo aceptamos y fuimos a buscar unas criollitas a la carpa, para acompañarlo con algo.
Recuerdo de estar solas las dos, en la galería de la Hostería tomando el té con las galletitas y diciéndonos “que  locura total haber hecho este viaje” “Dejarnos convencer por estos dos chiflados…, etc, etc.”
Criticando a nuestros maridos, pasaron como 3 horas y estos no volvían. Empezamos a preocuparnos un poco. ¿Les pasaría algo? ¿Y si los agarró un Puma? ¿Y si volcaron con el coche en alguna curva de la montaña?


Fue increíble, pero de repente empezamos a especular en que hacíamos si ellos no volvían, ya sea porque se habían matado o algo por el estilo.
Bueno, en ese supuesto caso, quedábamos viudas y embarazadas. Pero lo primero era que teníamos que salir de este parque. Moni tenía que retirar a su pequeño hijo que lo habían dejado en Córdoba. Luego teníamos que ver como volvíamos a casa, etc, etc.

Creo que el efecto de la alta temperatura, nos hacía divagar y no tomábamos ninguna decisión.
 No se a quién de las dos,  se le ocurrió que debíamos ir hasta la intendencia  a  avisar que nuestros maridos no volvían. Que  se habían ido a recorrer la selva hacía varias horas y pensábamos que les había pasado algo.
- No se preocupen Señoras - nos dijeron. Ya va alguien a buscarlos con el camión de la intendencia.

Pasaron algunas horas más y los trajeron vivos. Pero eran un espanto. Sucios, casi desnudos, descalzos, cansados y picados por cuanto insecto encontraron en la selva. Sobre todo Alex que no tenía un centímetro de su cuerpo, sin picaduras de jejenes. A pesar de todo,  parecían contentos de que los hubiésemos mandado a buscar.

Hago un aparte en el relato, porque les pedí especialmente a Marce y a Alex, que ellos mismos  escribieran para el Blog, ¿que pasó durante ese paseo? Así que a continuación Uds. tendrán el relato de  lo sucedido durante esa excursión que hicieron juntos. Como lo vivió cada uno de ellos. 

Historias de vida - Capítulo 8

Nosotras, las chicas

Con el tema de los vados y las dificultades del camino que rato a rato eran mayores, Moni y yo empezamos a enojarnos.
¿Que clase de vacaciones eran estas? ¿Ehh?...Sin baños, sin agua, ni un café, NADA.
Comenzamos a protestar y a ponernos gruñonas.


Éramos muy jóvenes, los cuatro menores de 30 años. Creíamos y confiábamos en lo que decían los muchachos.
Ellos, Marce y Alex, eran “los muchachos” y nosotras dos, éramos “las chicas”.

 Pero las chicas nos estábamos poniendo de muy mal humor con el calor, los mosquitos, jejenes y a cada rato más inconvenientes…


Un merecido descanso

La decisión fue seguir porque faltaba poco. Un esfuercito más y llegábamos.
Con la estrategia ya utilizada (aunque no totalmente efectiva) de la paleta, nos animamos al río. No era un río profundo… Avanzábamos por trechos, Alex bajaba del capó del DK, retrocedía hasta el Citroen, lo traía hacía adelante y así sucesivamente.
Habíamos hecho poco más de 1 Km, cuando llegamos a una parte del río, en  que el lecho pedregoso del mismo, se había transformado en barro.
El DK era muy pesado y venía muy cargado. Comenzó a enterrarse en el barro. Más queríamos sacarlo, más se enterraba. Hicimos de todo y no hubo caso, no pudimos.

Empezaba a caer la tarde… No debíamos quedarnos en ese lugar, por lo tanto sacamos del baúl del DK,  algo de ropa, la carpa, algunos alimentos y lo abandonamos.
Subimos los cuatro al Citroen. Este,  milagrosamente seguía sorteando los obstáculos.


Llegamos!!! Por fin  la Intendencia del parque. Había dos guarda-parques, un camping y una Hostería.
El camping era agreste, o sea sin servicios.

Moni y yo no podíamos creerlo, pues habíamos pensado que esa noche dormiríamos en la selva a la vera del río.
También había unas 3 ó 4 casitas, donde habitaban con sus familias, los obreros que hacían el “mantenimiento”.

Ninguno de ellos podía creer que habíamos pasado los vados.
- ¿Cómo hicieron para llegar hasta aquí, en esta época y con ese coche?- preguntaban.
Contamos nuestros percances y como lamentablemente,  habíamos dejado abandonado uno de los coches en el barro.
Nos serenaron diciéndonos que cuando nos vayamos,   iban a ayudarnos entre todos a sacarlo, que nos quedemos tranquilos porque igual en esa época no venía nadie. Era más o menos como tenerlo en un estacionamiento…

Armamos nuestras carpas y dormimos como troncos. Obviamente en el Camping éramos los únicos.                                                                                      
                                                                                                            Continuará

lunes, 17 de enero de 2011

Paiasaje de Catamarca por Jorge Cafrune. Gracias Toni!!

Historias de Vida - Capítulo 7

Parque Nacional El Rey
 

Los hechos que relato de este viaje transcurrieron hace 38 años. Es muy probable o casi seguro,  que en este lapso la infraestructura de la zona haya cambiado, o no.

En nuestra  guía de turismo decía:
 “Paseo para internarse en un medio representativo de la selva subtropical andina, conocida como Yunga . Posibilidad de recorridos guiados por los guardabosques. Muy adecuado para los aficionados al campamentismo. Son  93 Km, de ellos 45 son pavimentados, el resto consolidado. No hay aprovisionamiento ni hospedaje. Debe llevar repelente de insectos.
La mejor época: De abril a noviembre. Evite visitarlo de diciembre a marzo ya que las fuertes lluvias y las altas temperaturas (promedio nunca inferior a los 35 grados centígrados) dificultan el acceso a los senderos más impactantes y favorecen la proliferación de "Jejenes", garrapatas y otras plagas molestas e "insidiosas", que no propagan enfermedades.

¿En que mes fuimos nosotros cuatro? ¡Febrero! Pero éramos tan jóvenes…  Puro entusiasmo,  arrojo e inconciencia.

Nuestros vehículos no eran camionetas 4x4. Una así hubiera sido genial...


Solo un modesto Citroen y un viejo DKW. A propósito de ello,  el DKW tenía 3 platinos, uno por cada pistón. Estaban ubicados en el frente del coche, pero en la parte de abajo. Los cubría una tapa de goma. Este sistema no era muy resistente al agua, sobre todo si esta venía de frente y con fuerza.
Teníamos que cruzar varios vados, aún no sabíamos cuantos, porque eso dependía del crecimiento de los ríos. Pero era evidente que el DKW, no estaba preparado para ser anfibio.
 En el primer vado, se plantó en  medio del agua y con fuerte correntada. Al mojarse los platinos, no llegaba la corriente a las bujías.
Secamos los platinos a mano, los apantallábamos,  los soplábamos etc.
Marce y Alex empujaron al DK,  mientras una de nostras iba al volante y así logró salir. Luego con el calor ambiente secó y arrancó. Bahh… es un decir, empujándolo arrancó.
A esta altura el coche iba perdiendo prestigio y cada vez le achicábamos más el nombre. Ahora era DK, a secas.


Cuando llegamos al segundo vado nos pasó exactamente lo mismo. Entonces Marce y Alex, desarrollaron la siguiente estrategia:

1-      Al llegar al próximo vado, nos bajábamos todos de los dos coches.
2-      Alex se subía al capó del DK y en cuclillas haciendo equilibrio, trataba de tapar con una paleta de madera (tipo frontón), el frente de los platinos. Eso era para que el agua no incidiera con tanta fuerza sobre ellos.
3-      Mientras,  Marce manejaba muy despacio, hasta alcanzar la otra orilla.
4-      Las chicas debían cruzar caminando, para evitar peso.

De esta forma logramos sortear algunos de los vados y otros no. Pero era muy cómico y muy loco ver ese espectáculo.  Lamentablemente, no tenemos fotos de esos momentos…

En cuanto al Citroen, lo cuidábamos mucho por las dudas, no sea  que  copiara las mañas del DK. Por ahora no presentaba problemas;  cruzaba con el agua al borde de las puertas y no se paraba.

Este proceso nos llevaba mucho tiempo y solo eran 45 Km de recorrido. Cuando lográbamos continuar, con el DK marchando siempre adelante por si  se quedaba, la carretera iba subiendo en altura. Por momentos se transformaba en una huella y el calor era insoportable...


No había indicaciones, ni carteles… por eso me  alegré mucho al  divisar  por fin uno.  Leímos:
“!ATENCIÓN! ANIMALES SALVAJES SUELTOS. CUÍDELOS”

Fue ahí mismo que vimos una vaca, salvaje ella, que venía corriendo en sentido contrario a nuestro DK y nos chocó brutalmente. Fue del lado del conductor,   pero ni se detuvo, siguió corriendo cuesta abajo hasta que la perdimos de vista.
Paramos y comprobamos que nos había abollado todo el guardabarro.
Marce gritaba: - ¡¡Maldita vaca!!

Aún no sabíamos lo peor. Los vados eran siete, pero uno de ellos no era Vado, era río. O sea llegamos a un lugar en el cual el camino se transformaba en lecho de río.

Continuará