sábado, 25 de mayo de 2013

Posadas, Misiones. Argentina



Viajé a la ciudad de Posadas por unos pocos días. Hacía unos cinco años que no iba y la encontré totalmente remozada. Muy mejorada y  hermosa,  la costanera que se encuentra a la vera del río Paraná.



 Caminado por las amplias veredas de la costanera, se observa en la orilla de enfrente, la ciudad paraguaya de Encarnación. A ésta se la ve también muy crecida y con varios edificios altos.


Las barrancas que dan a la costanera de Posadas, son empinadas. Algunas se suben por escaleras y otras a pulmón.



Es un paseo muy lindo y se puede caminar mucho ya que es bastante extensa.


La ciudad no se queda atrás en cuanto a lo que progresó en estos últimos años. En el centro se encuentran vistosas peatonales con muchos bares que sacan sus mesas a la acera y una considerable cantidad de negocios muy bien puestos.




A la plaza central,  la 9 de julio, también la encontré renovada. Muy  cuidada,  con  bellos árboles, monumentos nuevos y como fondo la catedral. Pintada y muy bien mantenida. 






A la noche hay una iluminación especial que sale desde el pie de las plantas con variados colores. En muchas esquinas de la ciudad hay puestitos que venden chipás calentitos.


 Otros  venden unas orquídeas increíbles...



 Pero sobre todo,  lo que se ve es mucha gente circulando de un lugar a otro. Este ir y venir sólo se interrumpe de 13 a 16 hs, horario en que  se vacía la ciudad y bajan las persianas de todos lo negocios. Es la sagrada y saludable "hora de la siesta".

Yo, que soy porteña (a los nacidos en Buenos Aires, nos llaman "porteños") quedé sorprendida, cuando en un lindo bar en pleno centro de la ciudad de Posadas, la camarera me ofreció si quería tomar "Un Desayuno Porteño".
Le pregunté en que consistía. A lo cual me respondió: un café con leche, 3 medialunas y jugo de naranja. Sólo pedí un café. Pero me quede pensando que si a ese desayuno le llamaban porteño ¿Cuál sería el desayuno Posadeño o Misionero?
No necesité mucho para obtener la respuesta. Tan sólo mirar por el amplio ventanal a la calle y la obtuve.
La mayoría de la gente pasaba por la calle tomando mate y con el termo bajo el brazo. Lo acompañaban con chipas. Los chipas que se venden en cualquier esquina. Pueden ser chiquitos, redondos, en forma de bastoncillos o bien imitando a un pancito alargado.
Cuando terminé mi café, me fui a uno de los puestos a comprar uno y probarlo. Pedí la receta para ver como estaban hechos. Sólo me dijeron que los hacían con harina de mandioca y queso. 











Pero los había rellenos de jamón y queso, con semillas de anís por arriba, etc. La variedad era extensa y aún se olía la fragancia en el aire del queso caliente y la mandioca.

lunes, 20 de mayo de 2013

Torta de cumpleaños.


Torta para un niño que  cumple su primer añito de vida. 


Un bizcochuelo simple, solo relleno con abundante dulce de leche.


Carrusel, pero fabricado por la mamá y adornado con caballitos hechos en papel con la técnica  Origami.
Quedó hermosa la torta. ¿No es cierto?

¿Adivinen cómo se llama el niño?


A propósito  de Origami, les recomiendo el Blog de mi amiga Alejandra

“Compartiendo Arte” http://cultogami.blogspot.com.ar/
Hace cosas hermosas con papel plegado.

sábado, 11 de mayo de 2013

Torta de zanahorias o "Historia de una Vida"

Queridos amigos del Blog "Comidas con historias":

Nunca fue  tan bien representado el título de mi blog como con esta entrada fabulosa de mi amiga Vicky. Ella que vive en Zurich, pero es nacida en Andalgalá, Pcia. de Catamarca, Argentina.
Se me ocurrió preguntarle,  parodiando al título de una película:  "Vicky, de Andalgalá a Zurich". ¿Cómo se había producido ese hecho?
Ella  respondió de una forma muy original en su blog, colocando una receta tradicional de Suiza, la reina de las tortas en esas tierras y contando su vida. 
No dejen de leerlo, es muy interesante y bello.

http://www.mordiendolagalleta.blogspot.com.ar/2013/05/rueblichueche-torta-de-zanahorias.html

La torta está buenísima!!

 Un saludo a mis lectores.

jueves, 2 de mayo de 2013

Personajes de mi barrio.

Marina

A Marina, la conocí hace varios años, somos vecinas del barrio. Pero recién comencé a interactuar con ella a la vuelta de un viaje que  había hecho a México y de donde había traído una tela bordada en llamativos colores.  La tela  se veía muy flojita, pero  los bordados me gustaban mucho. Como ella tenía  un taller de enmarcado  de cuadros y restauración de muebles, allí fuí.

Figuras mitológicas de pueblos originarios de México
De la tela bordada hizo un hermoso cuadro.
A partir de entonces le he llevado a enmarcar varias cosas. Siempre quedé muy conforme con sus trabajos.

Molas Panameñas de pueblos originarios de Panamá


Todos los días paso por la puerta de su taller y  la veo trabajando. A veces cortando madera, armando un cuadro o simplemente observando con el mate en mano,  una lámina.
Imagino como le gusta lo que hace y entonces decido: ¿Por qué no preguntarle?
Arreglé  una charla con ella y la transcribo como “Personajes de mi Barrio”.


Taller de Marina
Gely. ─ ¿Cuándo y  por qué empezaste con esta actividad?
Marina. ─ Comencé aproximadamente en el año 1992/93. Para esa época había hecho un curso de pintura sobre madera y me gustaba todo lo relacionado al tema.
Tenía el local en otra cuadra, luego trasladé todo a mi casa por un  tiempo bastante largo. Después a un garaje y  desde hace un tiempo  estoy aquí, en este local.


Actualmente, Marina se dedica a enmarcar cuadros y restaurar muebles.
Me cuenta que tuvo dos maestros. Para la restauración de muebles, su maestro fue el ferretero del barrio, quién  le daba muy buenos consejos sobre lustre de maderas. Para enmarcar cuadros,  una prima suya que vivía en Hurlingam y tenía un taller de marcos funcionando. Dicha  prima, invitó a Marina a que concurriera a su taller para aprender el oficio.


Después de un tiempo  la prima le dijo:
─ Bueno, ya es hora de pongas tu propio taller.


Gely. ─ ¿Y vos qué hiciste?
Marina. ─ Con la ayuda de mi  marido  lo instalé. Así, sobre la marcha fui formándome en el oficio. Sé que hay cursos de todo tipo referente a este tema, pero yo me fui haciendo directamente con la práctica.
G. ─ ¿Tuviste inconvenientes?
M. ─ La gente del gremio es un tanto egoísta con los secretos. Algo similar a esos cocineros que  te dan una receta y te niegan el secretito final. No todos por supuesto, pero algunos,  no quieren pasar los datos de los  proveedores y hasta creo que  les molesta un poco que sea mujer.
G. ─ A propósito ¿Ser mujer te limitó en algo para este trabajo?
M. ─ No. A veces tengo que pedir ayuda por que no tengo mucha fuerza. Por ejemplo para mover un mueble pesado o grande, pero siempre hay algún familiar o amigo que me da una mano.
G. ─ ¿Aprendiste a usar  herramientas?
M. ─ Si, de todo tipo. Pero ahora muchos cortes de  madera se pueden encargar con sus medidas. Una de las herramientas que más utilizo es la guillotina. Si la madera es muy gorda, pido ayuda.

Actualmente, anexado al taller de marcos de Marina, hay un garaje que funciona como taller de restauración de muebles. Me cuenta que en este momento le dedica más tiempo a los marcos y Luís, un socio que tiene para la restauración de muebles, se dedica más a restaurar.


G. ─ ¿Tenés mucho trabajo?
M. ─ Si. Pero sobre todo porque estas tareas insumen mucho tiempo. Restaurar un mueble puede llevar horas y días. Enmarcar un cuadro también. Corto las maderitas, tomo medidas, las pego, preparo la base, el vidrio, etc. Son muchas horas.
G. ─ ¿Tus clientes reconocen  ese trabajo?
M. ─ Como siempre, hay gente que si y otros que no.
G. ─ ¿Este oficio da para vivir?
M. ─ Si, pero yo no soy buena comerciante. Cuando me traen una lámina para enmarcar, pienso más en como voy a hacerlo, que material voy a utilizar, si le va a gustar al cliente, etc. menos en cuanto voy a cobrarle.


G. ─ Siempre que paso por la vereda te veo tan concentrada en tu trabajo…
M. ─  ¿Será por eso que no gano tanto…?
G. ─ ¿Entonces cuáles son las ventajas?
M. ─ No tengo patrón, ni jefe, ni horarios y nadie me indica nada. Como contra te puedo decir que extraño no tener un sueldo fijo y decir bueno, a las 4  ó 5 de la tarde terminó mi trabajo y me voy a casa.
G. ─ ¿Los clientes, se van contentos?
M. ─ Casi siempre.  Yo trato de interpretar que desea el cliente. Converso para saber sus gustos. Donde va a colgar el cuadro o poner el mueble restaurado. A veces voy a la casa, para ver que estilo tiene, si es formal o informal, la pared que va a utilizar. En cambio,  hay quienes me dicen “lo dejo a tu criterio”. En ese caso si no los conozco, me quedo con las dudas de si le gustará o no.
G. ─ ¿Tenes clientes que vuelven para otros trabajos?
M. ─ Si casi siempre.
G. ─ Bueno, yo soy una de esas clientas.
M. ─ También me pasa que a veces veo algún trabajo que hice hace varios años y al mirarlo, lo hago con ojo crítico. Me gusta ver si quedó bien logrado y si aún lo tienen colgado. Todo eso me estimula, hasta tuve gente que colecciona cuadros tipo “Galería de Arte” y siguen viniendo a mi taller.
G. ─ Evidentemente tenés una veta artística.
M. ─ Algo de eso debe haber. Aunque hay días que siento que todo me va mal y ahí es donde me digo: “Pero yo estoy haciendo algo personal,  donde pongo mucho de mi misma” “El tiempo se me pasa volando y creo que debería dedicarle más horas aún” y eso me anima.


La charla fue bastante más larga, esto solo es un resumen.
Cuando estaba por irme,  Marina me dice que le encanta la idea de que yo retrate instantáneas del barrio y que es un orgullo que  la considere a ella, como un personaje de nuestro barrio.


Como no va a ser así. En estos tiempos donde los pequeños locales con oficios van desapareciendo, encontrar un taller como el de Marina y verla a ella desenvolverse con tanto agrado y tan buen trato al público, es algo muy gratificante que le da vida a nuestro barrio.