martes, 24 de enero de 2012

Un pedacito de tierra, un pequeño edén


En un pequeño espacio donde hay flores,  canteros, una parra y algunas palmeras, conviven varios espécimes de la flora y la fauna.


Este por ejemplo, es Hugo. Hay muchos "Hugos" en casa,  ya que todos los años los zorzales cambian. Hacen sus nuevos nidos en alguna de las ramas del jardín,  pero siempre siempre los llamamos HUGO 


Les presento a.... Gregoria!  Hace muchos años que vive en nuestro jardincito. Tiene veleidades de actriz, pues no puede olvidar su pasado (En este mismo blog figura su historia bajo el nombre de "Gregoria, la tortuga Actriz")



El/ ella es Laguir. No sabemos su sexo, pero en realidad hay dos lagartijas. Viven una en cada punta del jardin y no se juntan.


También ellas, hace varios años que conviven con nosotros y las hemos visto crecer. Laguir mide ahora más de 10 cmts y es muy sociable con los humanos

Aparte de estos inquilinos permanentes,  recibimos continuas visitas de: palomas, torcazas, bichofeos, colibries etc. pero estos van y vienen, no viven aquí.

Para sacarle provecho  al pedacito de tierra,  plantamos todos los años: tomates, ajies, orégano, albahaca, peregil, hierbabuena, menta, y además utilizamos las uvas de la parra, siempre que las aves que pululan en el jardín nos dejen algo.


Tomates de quinta madurados en su planta

Estas son las uvas



La vendimia


Finalmente el producto manufacturado. Un riquísimo dulce de uvas.

Un pedacito de tierra, un cantero en el balcón o unas macetas, siempre garantizan una gran posibilidad y diversidad de vida.

Apéndice

Gregoria, la Tortuga Actriz
Belinda, desde su más tierna infancia,  quería ser actriz.  Por eso  jugaba a  disfrazarse. Todo le venía bien: tacones de su mamá,  sombreros antiguos, largas chalinas de colores,  anteojos de sol, etc, etc.
Su abuela Celia, le había obsequiado una hermosa caja que contenía maquillajes, sombras,  pinturas labiales, pincelitos para el rostro, collares, aros...Era una caja llena de sorpresas.
Belinda pasaba horas imaginando personajes y escenas.  Luego se vestía como uno de ellos  y  lo representaba frente al espejo.

En cuanto tuvo la edad necesaria ingresó al Conservatorio de Teatro. Estudió varios años muy seriamente, para lograr ser una buena actriz.
Recién recibida se inició en el Teatro Ander y con un grupo de compañeros, formaron una compañía.  De audaces que eran,  se lanzaron a realizar obras de teatro de su propia autoría. Escribían los argumentos, confeccionaban el vestuario, realizaban la escenografía, la carpintería, atendían la boletería....Todo con mucho entusiasmo y alegría.

Un día, escribieron el argumento de una obra  donde se necesitaba que una tortuga, en un determinado instante, irrumpiera en el escenario.
Como siempre, prepararon el trabajo previo y solo  faltaba conseguir la tortuga  para poder estrenar. Recurrieron a los amigos, familiares y vecinos, pero nadie disponía en ese momento de una  tortuga.  Así  que fueron a un negocio de mascotas y compraron una tortuga pequeña. La bautizaron con el nombre de Gregoria.
Gregoría tenía un papel muy pequeño, pero preciso. En un determinado momento tenía que cruzar el escenario. Nada más.
El día del estreno y en el momento en que Gregoria debía aparecer en escena, la colocaron en el piso, pero la tortuga no caminaba. La empujaban y nada,  parecía muerta.  Los actores tuvieron que improvisar y salir del apuro como fuera.

Al día siguiente,  la llevaron al veterinario;  contaron cual era la situación. Este  rió con ganas y les  explicó que era invierno y las tortugas invernan o hibernan, por lo tanto no la  iban a despertar así nomás.
Los jóvenes actores estaban desesperados, esa noche nuevamente tenían función y ya no había tiempo para cambiar el texto de la obra colocando otro animalito que reemplazara a la tortuga.
El veterinario  escuchaba con atención cual era la dificultad, y les brindó una alternativa: Un instante antes de que Gregoria tuviera que aparecer en escena, se la podía colocar dentro de una palangana con agua tibia. Eso sí la iba a despertar, pero solo unos minutos y luego continuaría durmiendo. Se ofreció el mismo,  para realizar esta operación. Los actores se miraron entre si y aceptaron encantados.  
Esa misma noche se puso en práctica el procedimiento: “Despertar a la tortuga”.  Con el baño tibio, Gregoria se despertaba y cruzaba el escenario a toda velocidad, causando una gran sorpresa entre el público.

Al finalizar la obra los actores salían a saludar  llevando en brazos a la tortuga Gregoria, quién era fuertemente aplaudida. Evidentemente era su momento de  gloria.
Pasó  a ser figura importante dentro del elenco y hubo que agregar su nombre en el programa. Además era la única del elenco que tenía un asistente personal, el veterinario.
Pero luego que terminó la temporada,  Gregoria no volvió a las tablas. Nunca más consiguió un papel y fue llevada al jardín de la mamá de Belinda.
En cambio,  el veterinario,  ahora tiene dos profesiones: cura animalitos, pero también es actor.
Gregoria creció y ya es una tortuga de mayor  tamaño, pero alguna reminiscencia le queda de su época de artista teatral, porque cuando deja de invernar, no camina despacio como cualquier tortuga que se precie. Ella es distinta, corre como si recién saliera de su baño de agua tibia!

Epílogo:
No se si se dieron cuenta, la actriz es una de mis hijas y la Tortuga Gregoria, me tocó de herencia.

3 comentarios:

  1. Acabo de descubrir este blog y aquí me quedo!!!, Me encantan las historias y las recetas!
    Besitos y a seguir escribiendo... (que quiero seguir leyendo!)

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  2. Muchas Gracias Vicky!!! Bienvenida!!
    Cariños
    Gely

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  3. Haa si, me encantó de verdad, desde hace rato que me estoy dando unas buenas risotadas por aquí!

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