Esta historia la recordé gracias a una amiga bloggera, Vicky, que tiene un hermoso blog de repostería: http://mordiendolagalleta.blogspot.com.ar
Vicky hizo una torta de bodas para 100 personas y cuenta en su blog todas las peripecias que afrontó.
Hace más de 30 años, yo era una muchacha (casada y con dos hijas pequeñas) que andaba en los primeros ensayos con la cocina.
En esa época de mi vida creía que “todo lo podía”. Por ello, cuando un familiar muy cercano decidió casarse, pronta y entrometida me ofrecí a hacer una torta de casamiento. Los novios que deseaban hacer algo muy sencillo, no pensaron en una torta de bodas.
Deseaban casarse solo por civil y hacer al día siguiente, que sería un sábado a la noche, una reunión muy íntima con algo para picar y brindar. Nada más. Pero yo insistí tanto, que finalmente aceptaron como para darme el gusto.
Pregunté cuantas personas iban a concurrir al brindis “íntimo”. Comenzaron a sumar. ¿Familia? solo los directos. ¿Amigos? nada más que los más cercanos. Total: 50 personas.
Por favor, antes de continuar con este relato quiero ubicarlos en la época. Treinta, treinta y dos años atrás, los jóvenes éramos un tanto hippies, no había freezer, no había internet, no había celulares, ni fotos digitales, ni existía el teflón, etc.
Todos estos adelantos tecnológicos a los que hoy día recurrimos como la cosa más natural, no existían. A ello debo sumarle que trabajaba en mi empleo fijo 8 hs. diarias y cuando volvía, tenía que atender a dos hijas pequeñas, un marido y la casa.
Con todo esto por detrás me lancé a una de las aventuras más audaces de mi vida, dentro de una cocina.
Comencé 10 días antes a buscar recetas, no por internet, sino en los libros de Doña Petrona, Doña Lola, etc. Elegí una de 3 pisos. Luego fui comprando todos los ingredientes, los moldes, (los moldes eran marca: Doña Clara) ¿Por qué sería que en esa época todo era “Doña”? Las cintas blancas, los souvenirs que iban dentro de la torta, los confites plateados y los muñequitos de boda.
Como no había freezer, no podía adelantarme demasiado a la fecha y además era verano; el calor podía jugarme en contra.
Yo tenía una modesta cocina con horno a gas y una heladera no muy grande.
Durante los 4 días previos a la fiesta, llegaba de mi trabajo y me dedicaba exclusivamente a la torta de bodas. Hice tres tortas de distintos tamaños para colocarlas en torre.
Ese día viernes, estaba terminando con el relleno de cada una de las tortas y las había cubierto con una crema blanca. Me faltaba cubrirlas con el fondant, pegarlas y comenzar a decorarla (había decidido que la decoración sería mínima, perlitas y los muñequitos, ya que no se me daba bien hacer florcitas u otro tipo de adornos).
Ese día viernes, estaba terminando con el relleno de cada una de las tortas y las había cubierto con una crema blanca. Me faltaba cubrirlas con el fondant, pegarlas y comenzar a decorarla (había decidido que la decoración sería mínima, perlitas y los muñequitos, ya que no se me daba bien hacer florcitas u otro tipo de adornos).
La casa estaba en silencio total, toda la familia dormía. Miré el reloj y eran las 3 de la madrugada. No daba más... Decidí tirarme un rato a dormir, 2 ó 3 horitas. Dejé todo sobre la mesa en que estaba trabajando.
Cuando me levanté y fui a ver la mesa de trabajo, casi me muero.
Estaban las tres tortas cubiertas de hormigas rojas, de esas que son muy pequeñas, pero eran cientos, miles.
Nunca las había visto en la casa, ni en el jardín. Tampoco supe de donde vinieron, pero era una invasión.
Mis gritos despertaron a mi marido y mis hijas. Ellos me querían ayudar tratando de quitarlas de alguna forma, raspando, soplando, sacudiendo… pero no había forma. La fiesta de casamiento era ese sábado a la noche. Desesperada me senté en un sillón y comencé a llorar. Sabía que estaba todo perdido, solo quedaba tirarla a la basura. ¿Quién me había mandado meterme en ese lío? ¿Quién?
Estuve mucho rato llorando con desconsuelo. Mi marido fue a ver una o dos confiterías de la zona para ver si me hacían una torta de casamiento para la noche. Imposible, había que encargarlas con una semana de anticipación como mínimo.
Finalmente había decidido llamar por TE a los recién casados y contarles lo que sucedía. Cuando hecha un mar de lágrimas, estaba discando los números, llegó mi suegra que vivía enfrente, a ver como me estaba quedando la torta. Ante tal desastre llamó a mi amiga, la farmacéutica del barrio (Ambas excelentes cocineras y mujeres decididas).
Evaluaron la situación y dispusieron que había que tirar todo y comenzar de nuevo.
– ¿De Nuevo? –No vamos a llegar– decía yo entre hipos de llanto.
Limpiaron el área de trabajo hasta que no quedó una sola hormiguita. Las tres empezamos a hacer una torta cada una y cada cual la llevó a cocinar a su horno. Para el mediodía ya teníamos nuevamente las tres tortas, algo tibias, pero no quedaba otra. Entre las tres hicimos los rellenos de nuevo, las cremas y a eso de las 7 de la tarde estábamos forrándolas con el fondant. Faltaban detalles, pero ellas dos se iban a encargar del resto. Mientras yo debía arreglarme, maquillarme y preparar a las niñas para la fiesta.
Finalmente nos sentamos en el coche y todavía ellas me acomodaron la torta, ya terminada, arriba de mi falda para que no tuviera ningún inconveniente durante el viaje. Cuando llegamos ya estaban casi todos los invitados. Con mi marido acomodamos la torta en una punta de la mesa y recién en ese momento respiré profundo y juré nunca más ser entrometida.
No se si llegué a agradecerles lo suficiente a mi suegra Celina y a mi amiga Dorita. Lo hago hoy de nuevo después de tanto tiempo. ¡¡¡Muchas gracias!!!
Pasaron muchos años y esta historia la tenía muy olvidada en un rinconcito de mi mente, me afloró de golpe al leer el relato que hizo Vicky de su torta de bodas.
Como no llegué a tener fotos de esa boda, la ilustré con archivos gif
Me hiciste reír, pero te juro que yo habría llorado igual aunque, eso es de terror lo que te pasó y toco madera que no me pase nunca!!!!
ResponderEliminarGracias por terminar de contar la historia, aunque terrorífica me encantó, claro, el relato!!!
Te mando un beso inmenso y ahora la comparto que mi mami también estaba ansiosa por ver como había terminado la historia.
Besotessssssss
Que mujeres más valientes!!!!! me quedo sin palabras.Felicidades a las dos
ResponderEliminarGracias Vicky, gracias Milu.
ResponderEliminarSe ve que el subconciente se defiende y por algún motivo esta historia estaba escondida en las profundidades de mi mente. Je.. je.
Un saludo
Que historia guau!!!!!!!!!! te felicito por haberlo hecho, pese a las hormiguitas y por como salio al final!!!!!!!!
ResponderEliminargenia Gely! me morí con tu historia!!
ResponderEliminarGracias Marian!!!
ResponderEliminarBeso
Transcripción de comentario:
ResponderEliminarHola Gely:
te quería decir que me encantó la historia de la torta de bodas! Tambien la de Paula con los pajaritos, es muy tierna.
No se comentar en el blog.
Beso y seguí asi!
Inés
Muy linda historia, me imagino tu desesperacion al ver las hormiguitas! lo importante es que no te desanimaste y lograste ser una muy buena cocinera. Besos
ResponderEliminarGracias Inés y gracias Tere!!
ResponderEliminarUn beso