miércoles, 24 de noviembre de 2010

HAMBRE Y DIFERENCIAS SOCIOECONÓMICAS *

Las personas afectadas aumentan su aporte calórico a expensas de alimentos poco saludables y se exponen a mayor riesgo de enfermedades crónicas, en especial obesidad, diabetes e hipertensión.
 
Todos los años el Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos informa el número de hogares en riesgo de pasar hambre por falta de posibilidades de adquirir alimentos, entidad denominada Inseguridad Alimentaría.
Después de una década de estabilidad, la tasa de inseguridad alimentaría aumentó en un 32% en 2008, para abarcar al 14,6% de los hogares de los Estados Unidos. - el nivel más alto desde el primer relevamiento sobre inseguridad alimentaría, efectuado en 1995. Alrededor del 21% de los hogares con niños están afectados, al igual que más del 25% de los hogares negros e hispanoamericanos y el 42% de los hogares con ingresos inferiores al nivel de pobreza federal.

Según la Life Sciences Research Office, hay inseguridad alimentaría, cuando la disponibilidad de alimentos adecuados para la nutrición y seguros o la capacidad para adquirir alimentos aceptables de maneras socialmente aceptables [ej. sin recurrir a provisiones de emergencia, revolver la basura, robar y otras estrategias] es limitada o incierta.

El concepto de inseguridad alimentaría abarca así tanto la sensación física de hambre como las conductas compensatorias para evitarla. Estas conductas compensatorias tienen enormes repercusiones sobre la prevención y el tratamiento de las enfermedades crónicas. Para mantener el aporte calórico, los adultos que no tienen suficiente dinero para comprar alimentos reducen la variedad en su alimentación y concentran el consumo en unos pocos alimentos de bajo costo, ricos en calorías y poco nutritivos. Son en general hidratos de carbono refinados y alimentos con agregado de azúcares, grasas y sodio. Caloría por caloría, estos alimentos son más baratos que las frutas, las verduras y los productos lácteos, que son más nutritivos. Por ejemplo, con U$1 se puede comprar 1,200 kcal de galletitas o papas fritas o 250 kcal de zanahorias. Esta diferencia en los precios de los alimentos saludables o perjudiciales se amplió durante las últimas dos décadas. El Ministerio de Agricultura comunicó que entre 1985 y 2000 el precio de las gaseosas aumentó un 20%, el precio de las grasas y aceites un 35% y el de los azúcares y golosinas un 46%, mientras que el de las frutas y verduras frescas aumentó un 118%.

Esta diferencia cada vez mayor en los precios, combinada con la crisis económica global, tiene efectos profundos en la incidencia y el tratamiento de la obesidad, la hipertensión, la diabetes y otras enfermedades sensibles a la alimentación, en el marco de las crecientes diferencias socioeconómicas.

* Dres. Seligman H, Schillinger D N Engl J Med 2010;363;1  julio 1


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